31 diciembre 2005

Una noche más

Esta noche cenaré con mi padre, mi madre y mi abuela. Es el segundo año que cenamos los cuatro solos en Nochevieja. Para un familia que está acostumbrada a preparar mesas de veinte comensales resulta extraño. Pero desde mi separación su espíritu sectario se ha reforzado.

Dejaré pasar los minutos mientras intento enlazar alguna broma sútil que sólo entenderá mi padre. Esquivaré las preguntas con las que me ametrallará sin tregua mi madre. Y trataré de entender a mi abuela.

Huiré de allí en cuanto el tiempo comience a contarse en número par. Me refugiaré en mi casa, mientras espero a que los demás terminen la sobremesa. Quizá lea algo, como el año pasado.

***

Hubo un tiempo en el que esperaba de esta noche la magia que se me negaba el resto del año. Alguien escuchó mi deseo y me lo concedió, allá por 1.997. Hay que tener cuidado con lo que uno desea, ya sabéis, por si te lo conceden. Pues eso, que no tenía ni idea de desear.

Desde entonces lo único que quiero en esta noche es ver a mis amigos, tomar unas cuantas copas en buena charla y escapar de la noche sin más daños. Espero que hoy se cumplan mis deseos.

Ni siquiera sé por qué lloro

Mi regalo del juego del amigo invisible que organizó Helen llegó con nueve minutos de retraso. Una historia y un cuadro. La espera ha merecido la pena. Mucho.

Nunca he sabido llorar por fuera. Dicen que este tipo de personas no son capaces de sentir. Quizá tengan razón. Pero el siete que se ha hecho en mitad de mi alma está escociéndome bravo desde que leí tus palabras.

Hoy te quiero desear un mar de felicidad, olas de alegría, resacas de momentos irrepetibles y toda la sal que necesita la vida. Eres el mar. Eres ese mar del que te hablo. Yo también quiero serlo.

Porque me has hecho llorar. Y me gusta.

Gracias.

29 diciembre 2005

De Beste Onsker for Julen

El mejor regalo de Navidad que he recibido nunca.





¡Qué envidia! Fotos del Fin del Mundo, quemando ropa y paseando descalza por los confines de lo conocido.




En Logroño lo pasamos bien, pero fue un día etílicamente intenso. Tumbarse en el parque es la mejor manera de reemprender el Camino :)



El de la izquierda no es de la ONCE. Es el mejor trotón de la historia del Camino. Y un experto sanador de ampollas.


Cada día hay que tomar decisiones. Nunca seguíamos el camino marcado. Siempre decidíamos embarcarnos en algún sendero desconocido que viraba hacia ninguna parte.



Al final de la jornada llegaban los momentos más entrañables: localizar el albergue, descansar y tomar una merecida cervecita con los compañeros peregrinos.





En los caminos y los pueblos la mirada podía perderse 360 grados. No había lugar que en el que no mereciese la pena detenerse.

Gracias, compañera. Eres la mejor :)

Nota. ¿Alguien tiene por ahí un kleenex? Se me ha metido una piedrecita aquí en el ojo y ... :-P

Postnota. Para los que querías carnaza. Aquí la tenéis :)

28 diciembre 2005

La Digital Terrestre

La venerada, veterana y bienamada presidenta de nuestra comunidad de vecinos llamó hace unos días a mi hermética puerta. La recibí en bata y pijama, con las destartaladas pantuflas asomando hilos por las costuras. En aquella ocasión tuve la afable cortesía de retirar incluso la cadenilla. Tras una mirada boquiabierta, de arriba abajo a la ida y en diagonal ascendente a la vuelta, se decidió a hablarme.

Señora, deje de mirarme. Que hace un minuto estaba en gayumbos. Eso le pasa por importunar a los vecinos a horas intespestivas. Espero que tome nota para la próxima vez.

-Estamos pensando en poner la Digital Terrestre -comenzó mirándome ya a los ojos-, pero no quería convocar una junta para esta tontería. ¿Tú la querrías poner?

Me importa un pito la Digital Terrestre. Haced lo que os dé la gana. Pero dejadme hacer lo que estaba haciendo. Que, por cierto, ya no recuerdo qué era. Pero seguro que era muchísimo más importante que la Digital Terrestre.

-Sí, está bien. Lo que decidáis -respondí tratando de exprimir al máximo mi habilidad para resultar escuetamente encantador.

Quizá un consentimiento rápido la disuada y me libre de más cháchara inútil.

-Además así solucionaríamos lo de la uno y la tres, que se ven fatal desde hace unos meses... -argumentó monótonamente.

Pero si no necesitaba más razones. Ya te he dicho que sí antes. ¿No lo has entendido? ¡Y yo no veo la televisión! ¿Quieres pirarte ya de mi rellano?

-Ajá -mascullé con mi más laureada cara de desinterés.

Poner cara de panoli siempre ahuyenta a los más insistentes. Seguro que se abre de inmediato.

-Oye, ¿pero tú ves la tele? -siguió frunciendo el ceño.

Esta mujer como comercial puerta a puerta no tendría precio. ¡Vaya joyita! ¿Qué le importará si veo la tele o no? ¿A qué viene esa pregunta? ¡Márchate de una vez, so plasta!

-No. Lo cierto es que no. Ya sabes, DVDs y eso... -escupí bajando el tono gradualmente hacia el final de la frase.

Sí, no veo la tele. ¿Qué pasa? Soy un tipo raro que te recibe con batín y pantuflas. ¿Qué esperas? ¿Que sea un teleadicto tradicional? Pues no, soy un psicópata con una máquina de taladrar agujeros escondida en el aparador de la entrada. Como todo buen psicópata que se precie.

-Bueno... -susurró volviéndose hacia el ascensor- Pero lo de la Digital Terrestre habrá que pagarlo, no es gratis -se reafirmó plantándose de nuevo ante mi puerta.

Pero, ¿te he dicho yo que no quiera pagar? Tú pásame el recibo y olvídate de mí. ¿No oyes llorar a uno de tus niños? Aquello que se escucha es porque dejaste el gas abierto, ¿no?... ¡Arfs!

-Lo sé -musité dándome el tiempo necesario para pergeñar una conclusión rápida-, pero en unos años las televisiones dejarán de emitir en convencional y sólo lo harán por Digital. Así que me parece bien -rematé con demoledora firmeza.

Si después de este patochada razonada con peregrina lógica no eres capaz de dar el tema por zanjado te cierro la puerta en las narices. ¿Qué más necesitas? ¿Me pongo a hacer fuego con las astillas de la puerta y te lanzo señales de humo con la manta del sofá?

-Claro, claro... -recitó dándose por enterada- Buenas noches.

Pues ya te ha costado. Y no vuelvas a molestar en un tiempo, que tengo cosas que hacer. Repito: ¿qué carajo estaba haciendo antes de que me interrumpiese esta petarda? ¿Alguien se acuerda? ¡Maldita memoria selectiva la mía!

-Buenas noches -repetí cerrando la puerta y desconectando mi sonrisa impersonal.

Nota. Una cerveza y dos ponches después... ;-)

En confianza

No te fíes de mí. Los años han demostrado que soy tan falible como puedas imaginar. En algún momento sentirás que he deshecho alguno de esos lazos invisibles que nos unen. Y no será ningún astuto ardid el que habrá obrado el desenlace. Asumiré entonces que quieras soltar cada uno de los nudos y abandonarme a la deriva. Los actos y las consecuencias son inexorables, ajenos a la voluntad que los sustenta.

No puedo prometerte que no te fallaré. Pero cuando lo haga no tendrás ocasión de preguntarme. Seré yo quien te lo diga. No lo dudes.

Falible pero sincero. ¿Confiable?

26 diciembre 2005

Cuento de Navidad

Elena tiene 84 años. Cuando dio a luz a su hija sufrió una embolia cerebral que afectó tanto a su capacidad locomotriz como a su expresión verbal. Es muy difícil entenderla y además se le va un poco la cabeza. A Elena le gusta sentarse en su mecedora y observar la calle mientras disfruta del calor del sol. Durante mucho tiempo hubo una pastelería debajo de de su ventana. Ahora se ha instalado una guardería. Ella sigue disfrutando de su calle, que tanto ha cambiado con los años.

Intenta hablar durante las comidas familiares pero no es capaz de seguir el ritmo de las conversaciones. Así que se queda en silencio, aislada en su mundo hermético. Aquel día todos se habían levantado de la mesa, sólo su nieto se sentaba frente a ella con un café entre las manos.

-Estos días no hay sol en la ventana -le dijo. Aunque más bien sonó tos-dias-nay-sol-ana.
-Una vez vi al pastelero desde mi ventana, colocando en el mostrador unas sultanas recién hechas. Le dije a tu abuelo: 'Mira, el pastelero ha hecho sultanas' -prosiguió con frecuentes pausas para encontrar las palabras adecuadas-. De repente tu abuelo desapareció. Y al cabo, estaba en casa con una bandeja de humeantes sultanas.

Su historia terminó ahí. Se quedó mirando a su nieto con una expresión limpia de sonrisa desprovista de nostalgia.

Pero su nieto rememoró con nitidez a ese abuelo ya fallecido. Aquel hombre atrapado en un matrimonio condenado desde el parto de su única hija. De marido a enfermero en tan sólo unas horas. Tantos años cuidando de ella, privado de cientos de posibilidades, permaneciendo como un vigía adiestrado a su lado, queriéndola con aquella delicadeza sin ostentación...

Una lágrima invisible le resbaló por el alma. Y deseó hablar de nuevo con su abuelo, que lo llevase al parque, que pasease con él por las calles, que le enseñase a pensar con aquella exquisita sorna... En ese preciso instante anheló con desesperación la visita del fantasma de las Navidades pasadas.

Y aún la sigue esperando. Nunca dejará de esperarla.

Sobremesas

Tras la comida, el vino y los licores las conversaciones de Navidad se asientan en un clima distendido que favorece la aparición de palabras escondidas durante el resto del año. Y la elección de la víctima de estos etílicos consejos suele resultar unánime.

Tres conocidas de la familia se han separado recientemente de sus respectivas parejas. Cada una de ellas posee unas virtudes y una belleza tales que resultan inenarrables. Son el ideal al que todo buen soltero soñaría aspirar. Aunque resultó fácil esquivar su interés. Una separación reciente implica una falta de preparación para empezar una nueva relación. Argumento irrefutable.

Mi madre no entiende el motivo por el que prefiero una mujer de mi edad, no se explica por qué no me gustaría una chica más joven. Ella tiene claro que las mujeres de mi edad son unas resabiadas. Yo no quiero volver a vivir lo mismo que ya he vivido en los últimos años. Me gustaría una relación en la que ambos partamos del mismo punto. Mi madre piensa que me voy a volver a equivocar, aunque también piensa que no sirvo para mi trabajo y que sigo teniendo diez años. Se consuela convencida de que aún necesito su magnánima ala protectora. Y todo eso lo hace sin ningún razonamiento, le basta su propia superioridad maternal para establecerlo como dogma.

Soporto bien la presión, de momento. Lo que realmente me fastidia (jode, es la palabra) es que nadie en mi familia entienda lo que quiero. Que todos tengan su propia idea de lo que me convendría: relaciones sexuales esporádicas, mujeres con síndrome de dependencia, tontas entregadas a su relación sin pedir nada a cambio... Pase lo que pase me equivocaré, desde algún punto de vista. Que los demás piensen que me equivoco es irrelevante. Esta vez, trataré de no equivocarme yo.

25 diciembre 2005

24 diciembre 2005

Siguiente

De 3 de la tarde a 6 de la mañana. La comida se alargó más de lo que tenía pensado.

Ella me parece preciosa, lo cual resulta casi anecdótico en los últimos tiempos. Traté de entusiasmarme con sus ilusiones, busqué el modo de acomodarla en mi mundo, estudié cada una de sus expresiones y analizé esa sonrisa generosa.

Pero no se muestra. No se quiere mostrar. Se disfraza con una aséptica bata blanca que cubre cualquier detalle íntimo. Calla más de lo que debería, escucha más de lo que necesita y mira desde una felicidad exagerada.

No la conozco. Y tampoco me apetece hacerlo. No me voy a empeñar en que me guste como es. A pesar de que sea preciosa y me regale un entrañable déjà vu madrileño.

Esperaré a la siguiente.

Me pregunto si será porque mi sordera es cada día más alarmante. Me cuesta mucho escuchar a la gente en los bares. Y me niego a reconocer que no entiendo lo que me dicen en más de una ocasión...

22 diciembre 2005

¿Me preguntas a mí?

Las grandes empresas acostumbran a someter a tediosos cuestionarios técnicos a todo aquel que se atreve a entablar relación con ellas.

Me encontraba rellenando una de esas encuestas interminables, concentrado en adecuar con la mayor exactitud posible mis respuestas para evitar repetir aquel soporífero infierno. Avanzaba a velocidad constante. Resolviendo cada vez las cuestiones con más rapidez.


Hasta que llegué a esa pregunta.




Leí la pregunta de esa manera. Y empecé a valorar las dos opciones.

Lo primero que se me ocurrió fue que mi nivel de inglés no alcanzaba a diferenciar el matiz que las individualizaba. Sopesé la posibilidad de que fuesen caminos excluyentes. Quizá una solución repetible no fuese considerada proyecto. El que formuló la pregunta denominó proyecto a un desarrollo a medida que jamás iba a ser modificado. Pero en España siempre reaprovechamos las cosas, sea un producto o un proyecto. En caso contrario el negocio sería desastroso e insostenible. Sin duda, el talante pragmático de los anglosajones era lo que ofuscaba mi discernimiento. Así que decidí seleccionar la primera alternativa, desarrollo de soluciones repetibles.

Volví a leer la pregunta.



Y me sentí estúpido.

En muchas ocasiones basta con leer. Pero uno acaba demasiado acostumbrado a omitir trozos de información para sentirse más eficaz. En adelante, trataré de leer más y diagonalizar menos.

Telemusa

Colgó el teléfono. Él había vuelto a solicitar sus servicios. Como cada semana. Hacía muchos meses que dialogaba con aquel cliente taciturno. En ocasiones se lamentaba de haber escogido el lema Telemusa, si su inspiración no llega en media hora le regalamos un libro de autoayuda.

Había sido muy difícil en los primeros tiempos. Las musas eran demasiado volubles. No sabían adaptarse al ritmo de inspiración marcado por los deseos telefónicos. Después, la experiencia y el tiempo hicieron que los libros de autoayuda se apilasen en los estantes. En la última medición de tiempos, la media de inspiración era de cinco minutos y dieciocho segundos. Seleccionar a la musa adecuada para cada cliente era un ejercicio complicado, pero había llegado a resultarle rutinario.

Sin embargo, aquel cliente era diferente. Lo había sacado de la media de tiempos porque no era representativo. Estaba en los extremos de la campana. Lo había intentando todo con él, pero nada era efectivo. De hecho, había tenido que incrementar la biblioteca de libros de autoayuda para no enviarle títulos repetidos.

Al principio probó con Clío, aquel maravilloso espíritu que susurraba sueños de gloria cercana. Después le mandó a Euterpe, buscando el placer de lo prohibido. Talía, Melpómene, Terpsícore, Érato, Polimnia, Urania... Todas habían fracasado. Repetidas veces. Pero él no se daba por vencido. Volvía a llamar tan cortés como siempre. Y solicitaba una nueva inspiración con calma. Las musas salían con un nuevo libro en la mano y la mirada triste. La obstinación de aquel cliente era legendaria. Las musas se hacían bromas unas a otras. Cuando salían por la puerta, a media tarde, las despedían con un hasta mañana socarrón. Hacían apuestas sobre la duración del servicio. Montaban un calendario para marcar el turno de cada una. Lo trataban como un curioso espectáculo ajeno a la realidad.

Aquel día Calíope fue la elegida. Nunca lo había visitado porque era la más veterana. A la que todas respetaban. Siempre se había negado a realizar aquella salida. Y nadie la cuestionaba. Pero ese día salió por la puerta con su libro, con una mirada de determinación atroz.

A los veinte minutos estaba de vuelta. Una sonrisa radiante la iluminaba. El encargado la miró extrañado.

-¿Cómo es que ya estás de vuelta? -preguntó dubitativo.
-Ya he terminado el servicio -respondió ella satisfecha.
-¿Ha llegado la inspiración a tiempo? -exclamó sorprendido el encargado.
-Sí. Y me han invitado a cenar...

Ish, no dejes nunca de escribir, ni de vivir, ni de soñar. Pero, sobre todo, no dejes nunca de contármelo ;-)

20 diciembre 2005

Extraño cuadro casual

Esa rana tumbada panza arriba parece sonreírme. Creo que está tomando el sol, aunque en ese lugar nunca llegue su luz. A su lado un elefante con gafas de aviador y capa azul mira al frente orgulloso. Tal vez acabe de derrotar al obrero que está tirado en el suelo. O quizá ese obrero está tan borracho que ha caído por sí mismo.

A la derecha del extraño grupo un pino nevado está atrapado en un opresivo ambiente de celofán. Supongo que su apariencia petrificada se debe a la falta de oxígeno. A la izquierda un ángel blanco y dorado se tumba debajo de una pancarta verde que no logro descifrar. Es posible que esté pidiendo comida, olvidado en aquella marginal esquina. Pero eso carece de lógica, a su lado hay una brillante manzana de tamaño desproporcionado.

Al fondo, como telón de ese conjunto de sinsentidos, un par de negros adimensionados mezclan yuca atrapados en la arena. Y detrás de ellos, si uno se asoma un poquito, descubre un auténtico inca reluciente de nariz puntiaguda.

Cuando sea mayor, mi sobrino Darío, será decorador de interiores. Eso o psicópata irreverente, como su tío.

19 diciembre 2005

Soy

Eres tan cuadriculado como un alemán y tan loco como un español. En ocasiones eres un encanto y otras estás tan solo que nadie querría estar a tu lado. Seguro que tienes una percha al lado de tu cama pero cuelgas cada noche la ropa en el armario. Y todo te da igual...

Mi compañera noruega del Camino me llegó a conocer en quince días. Me describió sin titubeos. La echo de menos. A ella en el Camino.

¿A cuánto queda de aquí Noruega? Quizá sea capaz de convencerla de que vuelva a perderme...


A primera vista



Mi mirada siempre lleva gafas.

Hay más ojos en el juego de
Mart-ini.


*También podéis seguir lapidándome en el artículo de ayer...

18 diciembre 2005

Rapto rosa

Una cena con retos joteros bajo fuego de patatas fritas. Campar a tus anchas por una discoteca en la que el portero está de tu parte. Esa masía donde se come mirando a la montaña al calor de un extraño sol de invierno. Un reencuentro con muchas novedades, casi de nuevo dos completos desconocidos. Y tener el privilegio de conocer a toda una diosa. Ya es la segunda que conozco en poco tiempo.

Lo he pasado bien.

Ha vuelto respetando los límites de velocidad establecidos, 180 en autopista y 150 en carretera. En ocasiones conduzco más despacio, pero cuando lo hago deprisa me gusta saber que mi carnet está a salvo.

He visto a lo lejos un cartel amarillo que limitaba la velocidad a 100. He levantado el pie del acelerador y me he fijado en la autopista vacía. El cartel había quedado olvidado tras unas obras que ya estaban acabadas, así que he vuelto a pisar el acelerador.

¡Flash! ¡160!

Parece que, después de todo, mi carnet de conducir va a ser secuestrado durante un tiempo. Olvidémonos de las clásicas discusiones sobre las normas de tráfico y de las inevitables referencias a mi irresponsabilidad al volante. El objetivo de todo esto es que el conductor sancionado reflexione sobre las consecuencias de su conducta y decida convertirse en un nuevo profeta de la seguridad vial. He reflexionado. Después de la sanción seguiré conduciendo de la misma manera.

Incluso he pensado en escribir una carta a quien corresponda para agradecerle que incorpore a mi monótona existencia unos cuantos meses de planificación estratégica en todos mis desplazamientos. Es posible que la sanción me sirva para aprender algo.

16 diciembre 2005

Música para el camino

Dulces palabras para los demás
No quedan lágrimas para llorar
No nos importa nuestro nuevo mundo
Tenemos una dimensión de más
No nos importa hablar con las estrellas
Porque no nos importa morir
Y buscamos la belleza
Que solo se puede admirar

No nos importa quien seduce a quien
Ya conocemos que es lo que hay detrás
No nos importa qué traerá el futuro
No hay corazones para destrozar
No compartimos agua, fuego ni fruto
Hijos de la eternidad

Olvidada la poesía
Que tanto nos hizo sufrir
Corazones desgastados
Doble derecho a morir


Días de Vino y Rosas

15 diciembre 2005

Aquí y ahora

Las personas acostumbran a vivir más ligadas a un tiempo que a otro. El síndrome de cualquier tiempo pasado fue mejor se manifiesta en los que quedan atrapados en su pasado. Los que sufren el síndrome de la Lechera se aferran a un futuro imaginado. Otros estamos enlazados solo al presente.

Este fin de semana vuelvo a Barcelona. Hace cuarenta días que dejé de trabajar y vivir allí. No había vuelto desde entonces. Veré a personas con las que he compartido mucho más que con mi familia y mis amigos en los últimos años. Me reencontraré con una carretera que he transitado más de quinientas veces. Caminaré por lo que fue mi vida hasta hace poco más de un mes.

Pero me siento extraño. Y ellos me parecen extraños.

Al mes de decidir que nos separábamos ya estaba todo repartido. Cada uno estaba viviendo en su casa. Ex siempre se ha quejado de que soy demasiado frío. Me recrimina que tantos años a su lado no parezcan significar nada para mí. Las pocas veces que hablamos aprovecha para avasallarme con si recuerdo esto o aquello. Trato de escucharla. Finjo cierta comprensión.

Pero no entiendo nada. Ni creo que sea capaz de hacerlo.

Mi espíritu presencial es inquebrantable. Quin li farem!

14 diciembre 2005

La educación ante todo

Estudié mis dos primeros años en un colegio de monjas. El primer año la profesora le contó a mi madre que me había sorprendido espiando por debajo de la bata de Laura Braun. Adoro ese nombre, todavía lo recuerdo con una sonrisa tonta. El segundo año fue mi madre la que me sorprendió besando a María en el patio.

-¿Por qué no la voy a besar? -le dije airado-. Si es mi novia... -concluí dando el tema por zanjado.

Decidieron que mi actitud mujeriega y liberal debía ser corregida. Así que los doce años siguientes estudié en un colegio de curas. En un colegio masculino. Allí conocí a mis amigos, practiqué muchísimo deporte, estudié aplicado y me formé como un hombre serio.

Hasta los veinte años no volví a salir con chica alguna.

Ahora mi madre está preocupada porque desde que me separé no me ha visto con ninguna chica. Aunque esto no me lo dice a mí, pero se lo cuenta a mi hermana que viene a ser lo mismo. En ocasiones me tienta la socarrona intención de explicarle que el motivo es que soy un chico muy educado.

Pero mi madre carece de sentido del humor. No tendría gracia.

13 diciembre 2005

Incomprensible

No entiendo lo que me pasa. Hace unos cuantos días que estoy aburrido.

Lo único que me apetece es callar y observar. Escuchar música de piano. Pasear con las manos fuera de los bolsillos. Mirar películas en la tele acurrucado en mi mantita. Correr hasta la extenuación. Dormir más de la cuenta. Comer caramelos con vitamina C. Tomar café en los bares. Fumar. Cruzar el parque para ir al trabajo. Hasta suspiraría si supiese hacerlo.

Estoy enamorado. Todavía no sé de quien.

Eso de abajo es un refrito de hace diez años. Lo he puesto para tratar de recordarme como era.

Lo más de lo más

Fue a mediados de los 90. Stephen la bautizó Top porque para él era la mujer perfecta en todos los sentidos. Lo cierto es que a mí me parecía vulgar, pero dado que todos los demás estaban de acuerdo con Stephen asumiremos que era una chica preciosa.
El caso es que a mí me gustaba su amiga en la sombra. Una pelirroja pequeñita de ojos verdes que palidecía al lado de esa asombrosa fuerza de la naturaleza. La llamaremos Lovely. Mientras los demás miraban a Top, yo me preguntaba qué pasaría por la cabeza de Lovely. Me fijaba en como escuchaba con la mano apoyada en el mentón las aventuras de su jefa de filas. Observaba su cara serena y comprensiva. Me perdía en mis fantasías sin poder apartar la vista de ella. Seamos sinceros, estaba fascinado por la escudera.

Todo ocurrió en una de esas fiestas universitarias tan locas. Cuando la bebida corría más deprisa que los cerebros y los ingenieros parecían destilerías clandestinas. Top se emborrachó tan a conciencia que perdió el sentido. Lovely estaba a su lado, sin poder hacerse cargo de ella, buscando con los ojos una salida. Entonces me acerqué movido por el resorte desenfadado que me proporcionaba mi propio calor etílico.
-¿Algún problema? ?le espeté sin muchos miramientos.
-Mi amiga se ha emborrachado. Quiero llevarla a su residencia pero no puedo moverla sola ?me explicó atropellado Lovely.
-Os llevo si queréis en mi coche. En realidad, ahora me disponía a pasar por mi casa... ?mentí sin convicción.
-Bueno... Ella vive en una residencia en la carretera de Madrid ?dijo insegura Lovely.
-¡Vaya! Esto es perfecto, porque yo vivo justo enfrente de la gasolinera que hace esquina ?seguí improvisando sin miramientos.
Cogimos entre los dos a Top y la arrastramos hasta el famoso Ibiza abollado de mi hermana. Cuando estaba poniendo las llaves en el contacto uno de mis amigos más responsables se lanzó hacia el coche para intentar que no arrancase. Salí picando rueda, al menos intentándolo porque el Ibiza no daba para tanto, mientras Lovely me preguntaba quién era aquel tipo. Esquivé una respuesta directa con una alcohólica divagación acerca del sentido de la amistad.
Lovely iba todo el camino preocupada por Top y era difícil hablar con ella, así que me obligué a seguir las calles sin avasallar ningún obstáculo. Y entonces el coche se quedó sin gasolina, como en las películas, cuesta abajo y con una gasolinera al fondo. Lovely era exquisitamente educada y no dijo nada, pero vio deslizarse el coche sin fuerza hasta que lo paré justo al lado del surtidor.
-Tendré que repostar un momento, si no te importa ?dije con despreocupación.
-Vale, yo mientras la voy a sacar a pasear un poco... ?contestó ella con cara temerosa.
Cuando el gasolinero observó mi estado de embriaguez, a una chica recogiendo el cabello de su compañera potadora y los billetes arrugados que le entregaba, casi nos echa de allí. Conseguimos volver a las calles y perdernos tan sólo dos veces antes de llegar a la residencia de Top. Ayudé a Lovely a subirla a la habitación y la esperé en la puerta mientras la acostaba. Bajamos de nuevo al coche. Cuando se puso el cinturón me miró inquisitiva.
-¿Tú no tenías que ir a casa? ?me preguntó a bocajarro.
-Bueno, ya he llamado, al final me quedo un rato más en la fiesta ?contesté en una era en que el teléfono móvil no se había inventado.
Ella asintió molesta, pensando que mis capacidades telepáticas eran abrumadoras y se sentó ceñuda todo el camino. El hecho de que transitase por una calle por la que sólo podían ir taxis y autobuses para volver a la Universidad desde mi supuesta casa no ayudó mucho a que su humor mejorase.

Nos despedimos en la puerta con un frió adiós. Yo fui recibido como un héroe por todos los adoradores de Top. Ella se perdió en la fiesta y nunca la he vuelto a encontrar.

12 diciembre 2005

En realidad

Me he levantado a las siete y media. En pijama, he tomado un café expreso y he fumado un cigarro. Como siempre. Me he duchado. Me he peinado. Me he afeitado. He caminado desnudo por el pasillo hasta el dormitorio. Me he puesto el traje. He vuelto al baño. Me he anudado la corbata. He vuelto al dormitorio. Me he puesto el abrigo, he cogido el teléfono y me he calzado los zapatos.

He trabajado durante toda la mañana muy concentrado, solo en mi despacho. Por la tarde un compañero me ha dicho que mi trabajo de esa mañana había estropeado toda la configuración anterior del servidor y que lo había dejado inutilizado.

He vuelto a casa cansado. He cocinado judías verdes y una cola de rape. De postre una manzana. Como siempre. He leído algunos blogs, he contestado un par de correos. He bajado al bar de abajo. He tomado un café cortado y he fumado un cigarro.

He trabajado durante toda la tarde muy concentrado, solo en mi despacho. He conseguido dejar la configuración tal y como estaba a primera hora de la mañana.

He vuelto a casa cansado. Me he quitado el traje y me he puesto las zapatillas. He salido a correr. A mitad de camino me ha dado un tirón en la pierna. No llevaba dinero ni teléfono. He continuado corriendo el resto del camino. Cuando he llegado, he estirado contra la pared del baño. La pierna ha seguido doliendo. Me he duchado. Me he puesto el pijama. He cenado una ensalada con mozarella, tomate y caballa. De postre una manzana. Como siempre.

He leído unos cuantos blogs. He escrito esto. Voy a ver un capítulo de Sexo en Nueva York. Quizá un par. Después me iré a la cama.

Supongo que no es lo que creíais. Pero esta es mi vida.

Nota. He puesto la lavadora después de correr. Se me había olvidado. Como siempre. Ahora voy a tender. Después me dedicaré al Sexo.

¿Cuánto me quedará?

Nos enseñaba filosofía un fraile de ojos claros y precisos. En una de sus clases nos contó que un doctor había prohibido a su cuñado que fumase.

-En la vida tenemos un límite para todo -comenzó serio-. Podría ser el tabaco o el chocolate. Cuando uno ya ha comido todo el chocolate que le tocaba, no puede comer más. Su cuerpo no admite más chocolate.

Quizá en el futuro nos conecten un aparato de diagnosis, como esos que se enchufan en el salpicadero de los coches, y aparezca un informe que nos detalle el número de cosas que aún podemos tolerar.

Le quedan a usted 32.156 cigarrillos, 4.245 litros de vino, 7.827 gramos de grasa y 10.876 tazas de café.

En la siguiente versión cada persona podría elegir los parámetros que quisiese conocer.

Le quedan a usted 187 tardes de domingo perezosas, 1.567 películas tumbado en el sofá, 832 conversaciones memorables y 1.451 susurros con beso en el cuello.

De esta manera sería más fácil disfrutar de cada momento como si fuese el último. Si uno no sabe los que le quedan, al final, asume que son infinitos y deja de valorarlos.

Esperaré a la ciencia. Mientras tanto voy a elegir aquello de lo que me gustaría conocer cuanto me queda. Lo iré anotando a mano. Así, cuando sepan medir mi capacidad restante, sabré si ese número es mucho o poco.

11 diciembre 2005

Escucha maña

Anegada tengo el alma
con el llanto de mi pecho.
Moza sana, moza recia,
¿qué sacaste de provecho?
No buscaste mi cariño
por juntarte pronto y mal
que con tu boca dijiste:
¡Maño mío, yo te quiero!
Tonto fui que te creí.
Más no me agarras en otra,
que lo sepas mala moza.
Nada yo quiero contigo.
Engañarme bien pudiste
pero no he de repetir.
Con una tengo bastante.


Hoy quiero darle una oportunidad a mi matiz aragonés. ¿A que ni siquiera parezco la misma persona que rapeaba (intentaba rapear) ayer? ;-)

10 diciembre 2005

Sonidos

Siempre me he preguntado cómo sonarán las palabras en cada una de las cabezas de los que las leen. Así que atiendo la petición de Ish e incluyo mi propia versión hablada del rap There is no more love.

Es evidente que no sé cantar y que mi voz es un desastre. También me equivoqué en el final de la tercera estrofa, pero soy demasiado vago para corregirlo. Aún con todo creo que da una idea de como me suena el texto cuando lo leo.

There is no more love

Espero oír vuestras carcajadas desde aquí :)

There is no more love (Rap)


¡No existe el amor!

Tanto cocodrilo llorando oculto,
tanto puñetazo pegando bajo,
tanta pupila desorbitada,
tanto sueño en el tintero.

¡No existe el amor!

Mendiga las sobras de mi banquete,
suspira en el aire que desperdicio,
escribe en los folios de mi retrete,
salta por la ventana... y muere.

¡No existe el amor!

Olvida el tiempo que yo disfruto,
escucha sonidos que ya no suenan,
tirita de frío mientras yo sudo,
duérmete a mi lado que ya despierto.

¡No existe el amor!

Únete a mi canto de desenfreno,
niega el pañuelo con tanto moco,
baila desnudo con este ritmo,
quítate el corazón... y ríe.

¡No existe el amor!


*Léase rapeando

09 diciembre 2005

So sexy


No es la primera vez que alguien que no me conoce en persona cuestiona mi género. Hasta ahora han sido solo mujeres las que han dudado que sea un hombre. Supongo que el motivo es que no escribo sobre cosas normales. Os contaré lo que hice ayer por la tarde. Confío en que esto aclarará las cosas.

Tenía un montón de camisas por planchar. Así que decidí ver Sin City para darme ánimos. Tras un experimento visual y argumental tan maravilloso, uno debería no contaminarse con más información durante, al menos, unos días. Sin embargo, a continuación vi Los 4 Fantásticos. Y a punto estuve de ponerme Honey después.

Y las camisas siguen sin planchar.

*Ahí arriba os he dejado el motivo de mi perezosa maratón de cine

08 diciembre 2005

Diálogos no sonoros

Mi abuela y mi tía, madre e hija, nunca pronuncian armario. Siempre dicen almario. Cada vez que las escucho me las imagino cada mañana abriendo su almario, eligiendo un alma romántica de terciopelo o un alma cansada de pana acorde a su estado de ánimo. No puedo evitar sonreír.

Mi padre, que es la única persona de la familia capaz de percibir mi inevitable capacidad para lo absurdo, me lanza una mirada lateral acompañada de una mueca alegre.

Yo me pregunto si sabrá el motivo por el que me río. Lo imagino en mi funeral, leyendo un sentido discurso con su arraigado acento aragonés, recordando mi esencia y explicando ese momento de mudo entendimiento.

Y todo esto ocurre en un par de minutos de desconexión. Cuando vuelvo los almarios ya se han cerrado y las sonrisas se han estirado. Nunca hablamos de ello ni nos damos explicaciones. Porque nadie se da cuenta de que no he estado allí. Nadie excepto, tal vez, mi padre.

07 diciembre 2005

Nietzsche al encuentro de Dionisos



Siebente Einsamkeit!
¡Séptima soledad!

Nie empfand ich
Jamás había sentido

näher mir süsse Sicherheit,
tan cerca de mí esta dulce seguridad,

wärmer der Sonne Blick.
ni más cálida la mirada del sol.

Glüht nicht das Eis meiner Gipfel noch?
¿No refulge aún el hielo de mi cumbre?

Silbern, leicht, ein Fisch
Plateada, ligera, como un pez,

schwimmt nun mein Nachen hinaus ...
sale mi barca a navegar...

¿Quién dijo que ni el alemán ni Nietzsche podían ser poéticos?

06 diciembre 2005

Espera semoviente

Ondulas de hielo dulce mi espalda
silenciando con mudos ecos mi oído.
Sumada opuesta a mi discorde banda
reclinas tu talento en mi suspiro.

Me asomo a la fachada de tu nuca
surcando con naves ancladas tu cabeza.
Ceñido sucinto a tu acorde gresca
apuñalo mi recato en tu silueta.

Tramado paisaje de una danza
que satura ocasiones de vacío
amarrado en vínculos de pereza.

Ladino sueño de conjetura cierta
que mece cautivado la quieta noria
de una mañana que se aspira muerta.

05 diciembre 2005

Las paradojas congelan la lógica

Ni el razonamiento semántico ni el matemático son capaces de explicar la vida. Ambos se basan en lenguajes simbólicos que tienen sus propias leyes, sus encrucijadas y sus lugares de insuficiencia. Son las paradojas las que muestran con más claridad esa limitación del pensamiento humano de la que os hablo.

En el caso de la semántica, es sencillo entender el ejemplo que relataba Cervantes. Cuando Sancho Panza se convierte en gobernador de la Ínsula Barataria establece una ley por la que toda persona que llega debe explicar el motivo que le ha llevado allí. Si la persona dice la verdad es puesta en libertad, en caso de que mienta es colgada. ¿Qué hacer con una persona que afirma estar allí para que le cuelguen?

Es una situación para que la semántica no tiene solución. La contradicción es evidente. Si está mintiendo debería ser colgado y eso haría su frase cierta. Si está diciendo la verdad no debería ser colgado y eso haría que su frase fuera falsa.

En el terreno científico ocurre lo mismo. Rusell demostró que se puede llegar a inferir 1=2 empleando notación matemática. Sin embargo, sus ecuaciones son demasiado pesadas para explicarlas aquí.

Hay algo que se entiende sin tanto esfuerzo. Las operaciones que no tienen solución son operaciones imposibles. La irresolución de la raíz cuadrada de -1 obligó a proponer números imaginarios, porque no existe ningún número que elevado al cuadrado dé como resultado -1. Fue necesario crear un comodín imaginario que permitiese operar con los imposibles. Lo que hace pensar que las ecuaciones matemáticas son sólo un medio empírico para describir hechos.

La ciencia es un flujo continuo, donde la herejía del pasado es el evangelio del presente y el fundamento del mañana. O, parafraseando a Shakespeare: lo que una vez fue paradoja, ya no lo es, pero puede volver a serlo. O, pensando desde una óptica científica: Einstein afirmaba que las proposiciones matemáticas que toman en cuenta la realidad pasan a ser falsas y que cuando son ciertas no describen la realidad.

Con todo esto, no me queda más remedio que viajar dos mil años atrás. Y pensar que si no podemos explicarlo todo es porque, en realidad, no hay nada que podamos explicar.

04 diciembre 2005

La poesía

Me dices que no es poesía si escribo palabras sin verso. Me explicas que no hay sentimiento si, al leer, el otro no logra tenerlo.

Y yo conduzco pensando en 48 horas que pasan en 48 minutos, en una merienda de granos perfectos, en el azaroso capricho de un dardo sonriente, en la relativa belleza matemática, en litros de vino compartidos, en el descanso que regala el sueño perdido, en la seductora intriga de una música anónima, en arañazos que dejan huellas de ternura, en sonrisas bicolor que disparan directas al centro y en medidos sonetos que suenan en silencio en la madrugada.

Y me digo que todo esto es poesía. Que, aunque tenga forma de memoria, transmite un sentimiento certero.

Así que agradezco a las musas su premio, aparco y me duermo.

02 diciembre 2005

Hoy me hago pasar por... (Juego)

Hay días en los que me siento en la ventana. En silencio. Días en los que sólo deseo callar y mirar. Cuando lo único importante es que pronto saldrá la luna. Entonces me olvido de mi escudo. Y la tristeza y la euforia me parecen tan lejanas como inútiles.
No encuentro nada por lo que preocuparme. Lo único que hay es un camino despejado con una minúscula casita al fondo, una luz que promete sombras y algún barco perdido. Toda esa simpleza me devuelve a una paz que nunca encuentro cuando busco. Y me pregunto si cuando el sol vuelva a salir mi calma habrá huido. Si tendré que esperar a otra noche para recuperarla.


Hoy soy otra persona

01 diciembre 2005

Hamlet o la vuelta del insomnio

Rest, rest, perturbed Spirit. - So Gentlemen
Descansa, descansa, espíritu perturbado. - Así caballeros
With all my Love I do commend me to you;
Con todo mi cariño me encomiendo a vosotros;
And what so poor a Man as Hamlet is
Y lo que un hombre tan pobre como Hamlet
May do t'express his Love and Friending to yo,
Pueda hacer para expresaros su cariño y amistad,
God willing, shall not lack. Let us go in together,
Si Dios quiere, no faltará. Entremos juntos,
And still your Fingers on your Lips, I pray.
Y mantened el dedo en los labios, os lo ruego.
The time is out of Joint. O cursed Spight
Los tiempos están desquiciados. Ah condenada desgracia
That ever I was borne to set it right.
Haber nacido yo para enderezarlos.
Nay come, let's go together.
Pero vamos, vayamos juntos.


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