22 diciembre 2005

Telemusa

Colgó el teléfono. Él había vuelto a solicitar sus servicios. Como cada semana. Hacía muchos meses que dialogaba con aquel cliente taciturno. En ocasiones se lamentaba de haber escogido el lema Telemusa, si su inspiración no llega en media hora le regalamos un libro de autoayuda.

Había sido muy difícil en los primeros tiempos. Las musas eran demasiado volubles. No sabían adaptarse al ritmo de inspiración marcado por los deseos telefónicos. Después, la experiencia y el tiempo hicieron que los libros de autoayuda se apilasen en los estantes. En la última medición de tiempos, la media de inspiración era de cinco minutos y dieciocho segundos. Seleccionar a la musa adecuada para cada cliente era un ejercicio complicado, pero había llegado a resultarle rutinario.

Sin embargo, aquel cliente era diferente. Lo había sacado de la media de tiempos porque no era representativo. Estaba en los extremos de la campana. Lo había intentando todo con él, pero nada era efectivo. De hecho, había tenido que incrementar la biblioteca de libros de autoayuda para no enviarle títulos repetidos.

Al principio probó con Clío, aquel maravilloso espíritu que susurraba sueños de gloria cercana. Después le mandó a Euterpe, buscando el placer de lo prohibido. Talía, Melpómene, Terpsícore, Érato, Polimnia, Urania... Todas habían fracasado. Repetidas veces. Pero él no se daba por vencido. Volvía a llamar tan cortés como siempre. Y solicitaba una nueva inspiración con calma. Las musas salían con un nuevo libro en la mano y la mirada triste. La obstinación de aquel cliente era legendaria. Las musas se hacían bromas unas a otras. Cuando salían por la puerta, a media tarde, las despedían con un hasta mañana socarrón. Hacían apuestas sobre la duración del servicio. Montaban un calendario para marcar el turno de cada una. Lo trataban como un curioso espectáculo ajeno a la realidad.

Aquel día Calíope fue la elegida. Nunca lo había visitado porque era la más veterana. A la que todas respetaban. Siempre se había negado a realizar aquella salida. Y nadie la cuestionaba. Pero ese día salió por la puerta con su libro, con una mirada de determinación atroz.

A los veinte minutos estaba de vuelta. Una sonrisa radiante la iluminaba. El encargado la miró extrañado.

-¿Cómo es que ya estás de vuelta? -preguntó dubitativo.
-Ya he terminado el servicio -respondió ella satisfecha.
-¿Ha llegado la inspiración a tiempo? -exclamó sorprendido el encargado.
-Sí. Y me han invitado a cenar...

Ish, no dejes nunca de escribir, ni de vivir, ni de soñar. Pero, sobre todo, no dejes nunca de contármelo ;-)

17 comentarios:

Isthar dijo...

¡¡Qué bonitooo!!! :)

Cómo se nota que desde que no está Santi te me estás volviendo ñoño ;)

No, en serio, me ha encantado. Después de todo no lo hemos enfocado de la misma manera ¡¡y mira que corríamos riesgos!! ¿eh? ;)

Lo que me gustaría a mi es que fuerzas capaz de escribir uno en el estado en que te encuentras ahora XDDDDDDDDDDDDDDDDD

¿Lo apuntamos en la lista de pendientes? ;)

HELEN -Mamá In Design- dijo...

guauuuuuuuuuu!!!!!

Estas desconocido... si es queeeee... es lo que tiene la navidad, que nos vuelve ñoños a todos (aunque algunas lo seamos todo el año jijiji)

Mil besitos guapisimo!!! me ha encantado el post de hoy ¡felicidades!

P.D he hecho un nuevo juego APUNTATÉ AQUI

Ashavari dijo...

:) Yo que estaba pensando mu malamente jajaja... Neuronas!Viciosas!Controlaos un poco!

Raist dijo...

Necesitas una sesión de gin tonics y desencantos... este nuevo blog rosa no sé no sé...

isterica dijo...

Muy pero que muy bien. Me ha encantado. No tengo más palabras.

Anónimo dijo...

Sr, me ha gustado mucho.

Y esa referencia a "los extremos de la campana", ni le cuento.

Isthar dijo...

Vamos, esas neuronas ¡¡arriba!!

¿Te ha quedado alguna viva o murieron todas anoche? ;)

"Antes destruiría una vidriera de colores que a un hombre como vos. Pero no envidiaré el dolor de cabeza que tendréis mañana" (O algo así, tú ya me entiendes)

Deckard dijo...

Dorian,

gracias por estar ahí. El concierto fue genial y puedes echar un vistazo a la cronica en mi blog.

Un abrazo.

Nadia dijo...

Estás al borde del coma diabético...por no hablar del etílico

susej dijo...

Me ha gustado el juego.
¿pasas el teléfono de la musa?
ya gustaría escribir así

Anónimo dijo...

Por qué habláis en clave? Reivindico mi derecho a cotillear y meterme en asuntos que no son de mi incumbencia! ;P

M.Ángeles dijo...

Felices fiestas, caminante, que las musas no te abandonen.

Deckard dijo...

Uffffffffffff... que guapo Pow!! Para no estar inspirado te ha salido un relatito genial!!

Tu tampoco te canses de todo esto.

Un abrazo
Deckard

Isthar dijo...

Me vendría bien saber ese número, no siempre la inspiración acude cuando se la necesita.

Me asusta lo del libro de autoayuda, nunca he tenido ninguna fe en ellos, sólo me sirven como objetos decorativos en la estantería... pero siempre me ha gustado correr riesgos.

Iván dijo...

Qué temas más surrealistas, me encantan... se me ha hecho corto, me daban ganas de seguir con más historia. ¿Y el número de teléfono no lo tendrás verdad?

Ligeia dijo...

qué suerte ser la elegida...

Miss Kubelik dijo...

Los mejores números nunca salen en las guías :)