01 junio 2006

A la fuga (5)

Alberto y Sandra estaban sentados en el sofá. Sus manos aún seguían enlazadas, aunque las palabras habían dejado de sonar. Se miraban. Y tan solo hicieron eso durante dos eternos minutos.

-Soy demasiado impulsiva, lo sé. Hoy pasé por tu puerta y no pude evitarlo. Llamé sin pensar. Ni siquiera sabía qué te iba a decir...

Alberto maldecía esa extraña habilidad innata que lo condenaba a cagarla. Porque si había una mínima posibilidad de cagarla, Alberto la cagaba. Podría regodearse en su incierta fortuna o en una oculta conjura tramada por perversos hados, pero nada de eso servía ahora. Sandra, aquella desconocida a la que cogía la mano, estaba embarazada. Y, por lo visto, él era el responsable.

-Disculpa si he sido tan brusca, pero estaba tan nerviosa... Ya tengo 34 años. Siempre quise ser madre, aunque nunca haya encontrado a nadie con quien quisiera serlo. Ahora la suerte me ha regalado esta oportunidad. Y no voy a desaprovecharla. Quizá, después de todo, esta sea la solución que buscaba. Pero no te preocupes, que no he venido a pedirte nada. En realidad, nunca he necesitado nada de nadie. Me las arreglo muy bien yo solita. Supongo que lo que me ha traído aquí ha sido el deseo de que mi hijo tuviese un padre. Una familia. ¡Cómo me dolería tener que privarle de todas esas cosas!

Él supuso que sería demasiado pronto para sugerir una prueba de paternidad. Porque existía la posibilidad de que la ofendiese de por vida. Pero le resultaba extraño que ella estuviese tan segura. Tal vez lo había escogido porque le había parecido un tipo sensato. Quizá tan solo estaba intentando cargarle el muerto. Por otro lado, él también quería ser padre. Era algo a lo que nunca había querido renunciar. Y, si podía construir una relación con Sandra, un hijo tampoco sería un problema. Sería bonito vivir a su lado el embarazo. Acompañarla en ese atípico proceso lo atraía de una manera siniestra.

-Llevo muchos años siendo independiente, viviendo mi vida... Ya había perdido la ilusión del amor. De sentirme viva. Pero contigo, el otro día, me sentí tan a gusto en tan poco tiempo... Todo parecía encajar sin esfuerzo. Te comportabas como si me conocieses de toda la vida. Y la maldita ilusión volvió a renacer. Quizá sea una estúpida por creer todavía en los cuentos infantiles. Pero no me resigno a conformarme con lo que conozco. Quiero más. Quiero mucho más...

Alberto se imaginó a sí mismo proponiéndole que se fuese a vivir con él. Pero no quería asustarla. La tentación de asistir a la gestación de su hijo era cada vez más imperiosa. Tal vez acabasen tan solo siendo amigos o es posible que llegasen a odiarse. Pero nada se perdía por intentarlo.

-Dime que lo intentaremos, que vamos a darnos una oportunidad. Aunque tan solo seamos un par de extraños sentados en un sofá. No tenemos nada que perder...

Lo único en lo que podía pensar era en retenerla a su lado. Como fuese. Necesitaba amarla. Aún con el miedo atenazando sus pensamientos, la posibilidad de volver a perderla lo obligaba a lanzarse sin red, sin paracaídas y sin perspectivas. La vida estaba gritándole desgañitada. Y no se quería hacer el sordo.

-Ya es tarde, quédate a dormir -sugirió Alberto por toda respuesta-. Mañana ya pensaremos en lo demás.

Se fueron quedaron dormidos tumbados en el sofá, envueltos en la calidez de un abrazo indescifrable. Sandra se acurrucó en su pecho exhausta. Había expulsado en unos minutos todos los demonios que la habían atormentado durante aquellas semanas. Alberto había vuelto a recuperar la ilusión. Su mundo volvía a tener sentido. La ilusión pintaba en su mirada azarosos trazos de destino posible.

Si alguna de aquellas figuritas del salón hubiese tenido alma, los hubiese mirado pensando que aquello era tan solo otra de tantas noches. Que la cotidianeidad de los durmientes solo podía ser alcanzada a través de una experiencia cultivada por un extenso y trabajado proceso de conocimiento mutuo.

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15 comentarios:

isterica dijo...

Por qué al final siempre se quedan las palabras que de verdad deseamos decir, en la punta de la lengua. Por qué no puede decirle simplemente: "Me gustaría abrazarte para poderte sentir otra vez cerca de mí. Y me gustaría que al menos intentásemos ver hacia donde va a ir ésto" Tendría que ser más fácil porque es un buen sentimiento.
Ah! Y por otro lado, jodo! la tía debe cobrar una pasta gansa para poder críar al bebé sola. Ya sabes, pagar la guardería o a una persona cuando ella vuelva al trabajo, más que nada.

Buttercup dijo...

Supongo que lo de pensar que han ido a cazarte o que te está echando el muerto va en el gen masculino.

Miada dijo...

Esta historia promete más aventuras todavía...
Por cierto, estupenda, me he leído las fugas completas en un momentín, enganchada me hallo...

Un beso.

Nadia dijo...

"Alberto Fernando..el hijo es tuyo"
"Alejandra Cristina..¿os dije que os amo?"

Sniff no puedo contener las lágrimas

Ashavari dijo...

No había visto tu nuevo cambio de look! Pero me gusta más si cabe. Muak

ORACLE dijo...

a veces se confunden necesidades con deseo

elmasmalo dijo...

Creo que la culpa de todo este desenlace es ese pijama ¿es que ella no le ha dicho nada?

Esto se esta convirtiendo en una mezcla entre los Serrano y Mujeres desesperadas, con toques de Crystal...

sopi/magyca dijo...

uff esos son impulsos y no lo mio... la niña lo ha soltado todo de golpe!!!
Me ha encantado la historia, un besazo enorme

Esther dijo...

Bueno, me alegro por los tres. Por Alberto, que de nuevo tiene una ilusión, por Sandra, que no estará sola en ese momento tan importante de su vida y por ti, que nos has tenido algo inquietos con el resultado final, un final feliz. Si es lo que yo digo, que tu querías un final feliz y lo has hecho, ¡a ver si tomo nota!

Sortilegio dijo...

Ni ella a ido a cazarle ni le ha elegido a el por sensato, esta claro que se rompio la goma o él no se corrio fuera del todo o ...vamos que menuda puntería tubo.
¿Se supone que solo han estado juntos una noche? Porque si es asi menudos dos elementos, esto no es normal!!!

Para, creo que voy a vomitar dijo...

Mientras que las necesidades del corazón y de la cabeza vayan por el mismo camino, bien..., ah, y que sea mutuo, claro. Pero no todo será tan fácil, verdad?

Anónimo dijo...

A ver que hace utilizar la cabeza, el corazón o...
Espero, espero.
Besos dorian.
Mamen

Isthar dijo...

Lof fientof crreof quef ze me ha fegadof un falgodof de azucaf ef la fengua


:P

Wanda◦○ dijo...

Es la necesidad y el deseo.
De que clase de necesidad sea, llegados a ese punto, no les importa. Lo que si está claro es que los dos tienen el mismo deseo.
Es más, encima los dos creen en la magia. Porque sin magia esta situación no se sostiene por si sola.

Toy enganchada al culebrón =0)

Iván dijo...

Al menos deberían intentarlo, y darse una oportunidad. Creo que la sensación de haberlo dejado pasar sería aún peor. Y esa prueba de paternidad... hombre, si la tiene que pedir, que la pida después de nacer. Pero si la quiere a ella, acaso hace falta?