03 junio 2006

Cada loco con su tema

Bruselas. Review Meeting en la Comisión Europea.

Uno espera encontrarse con edicifios señoriales, responsables personas con aire de distinción y elevadas charlas acerca de la optimización de las líneas de desarrollo europeas. Sin embargo, las instalaciones transmiten ese sabor de campus descuidado con aspecto funcional (esa es una palabra suya, la mía sería deprimente), los funcionarios son grises burócratas con aspecto cansino y en los pasillos solo se habla del mundial de fútbol.

Seis personas trajeadas se sientan frente a otras seis personas no menos peripuestas. Los socios del consorcio formado para la realización del proyecto se agrupan en dos bandos. Aunque a mí me toca en el lado de los buenos, cuando reviso la composición del equipo rival me tienta la idea de colocarme al lado de esa espectacular belga rubia, que debe de ser pariente de la estrella de acción, para reafirmar con estúpidos asentimientos de cabeza cualquier palabra que salga de su boca. Al final me quedo al lado de mi autómata de mensajes repetitivos. Supongo que por timidez.

Los tres representantes de la comisión presiden la mesa en forma de U. Han estado estudiando las más de mil páginas del informe durante los últimos meses. En su agresiva presentación muestran su preocupación por el alcance de la dimension transeuropea del proyecto. Me asaltan las dudas. ¿Estarán hablando de algo realmente serio? Asumo que el problema es que no entiendo bien el idioma, porque que hay en juego unos cuantos millones de euros.

Ver, oír y callar. Eso es lo que me dijo mi jefa. Así que me escondo el último, en el lateral más alejado, observándolos a todos sin abrir la boca. Observo con atención el comportamiento de los demás. Parece que es indispensable abrir el portátil y dejarlo conectado delante de uno. Para rematar la faena hay que evitar hacerle el menor caso durante toda la reunión. Asumo que es una especie de pacto secreto para que la iluminación herziana conjugue un ambiente más amigable. Decido dejar el portátil en la bolsa para no hacer ruido, ya es suficientemente difícil entenderlos a todos sin ruidos adicionales.

Comienza el interrogatorio y los miembros del consorcio van capeando el temporal. Un par de entidades bancarias, tres representantes de grandes compañias de hardware, el comité de la banca europea y nosotros, los especialistas. Se me empieza a ir la cabeza, justo cuando estoy en una profunda fase de pormenorizado estudio de los zapatos de la belga, un representante de la comisión nos lanza una enrevesada pregunta y mi jefa me mira con los ojos muy abiertos. Ni siquiera he escuchado lo que nos preguntaban. Mi jefa asume que no he sido capaz de entender el cerrado acento mediterráneo del miembro de la comisión y me apunta algo en un papel. Lo leo pero sigo sin entender nada. Niego con la cabeza. Estás sola, compañera. Ella realiza una argumentación sin sentido acerca de algo que no tenía nada que ver con la pregunta y el inquisidor se da por satisfecho. Me doy cuenta de que él tampoco ha entendido absolutamente nada.

Con el tiempo comienzo a comprender que todo es un juego de toma y daca. Que en realidad nadie está interesado en el proyecto, que lo único que se persigue es justificar que todo ese dinero va a ser entregado por la Comisión Europea sin rechistar. El planteamiento del trabajo hace aguas a mansalva, tan solo son dos proyectos de grandes entidades bancarias que tratan de ser maquillados con una burda pintura de mercadillo para aparentar un interés por la convergencia de los sistemas europeos. A mí me parece ridículo. A los miembros de la comisión también, pero ellos son más discretos. Así que utilizan sofisticados giros técnicos para que alguien confiese el engaño. Sin el menor atisbo de éxito. Hay mucho profesional de la retórica en esa mesa.

Alguien que no había hablado en toda la reunión comienza a exponer ideas en un tono paternal ante el que todos asienten con sonrisas de reconocimiento. No consigo entender la mayoría de lo que está diciendo. Ese tipo no tiene ni idea de hablar inglés, me digo. Le pregunto a mi jefa por lo bajo quien es. Me contesta que es el responsable de una empresa londinense. En ese momento es justo cuando comienzo a entenderlo. Por lo visto es el único que habla inglés de verdad.

La comisión presiona al banco europeo esgrimiendo la inconveniencia de realizar una implantacion a nivel global con la base de un proyecto piloto experimentado con siete usuarios durante tres meses. La compañera belga argumenta con orgullo: "No es la primera vez que nuestro banco lo hace". Esa espontánea muestra de contumacia me hace sentirme por primera vez en mi vida europeo.

Tras esa inapelable sentencia, los miembros de la comisión se retiran para deliberar. Nosotros nos vamos a comer a uno de los tristes bares que se dispersan por los edificios de la Comisión. Remuevo en el plato los componentes del plato del día mientras los demás engullen a toda prisa el engrudo. No hay postre, no hay pausa para el café. Hay que volver a trabajar. Con treinta y dos minutos es más que suficiente.

Los resultados son más prometedores de lo que temía. Por lo visto, con rehacer tres o cuatro entregables la Comisión se dará por satisfecha. Pero los socios no están contentos, piensan que su trabajo no admite vuelta de hoja. Ellos son los que llevan las riendas de la tecnología en Europa y la opinión de unos tristes funcionarios de tres al cuarto se la trae el pairo.

Confío en que la próxima vez tenga carta libre para poder decir un par de cosas. Que caso no me van a hacer, pero me quedaré de lo más descansado. Aunque para ello debería centrarme más en la conversación. Tal vez pida que no me coloquen delante distracciones tan llamativas. Más que nada, por el bien de Europa.

2 comentarios:

Nadia dijo...

Estoy segura de que con más distracciones las decicisones serían mucho más acertadas y los funcionarios mucho menos grises.

P.D.En algún momento de mi vida podría haberlo escrito yo, pero no lo habría hecho tan bien :o)

Isthar dijo...

Desde luego no envidio tu trabajo... ni de lejos, por mucho Bruselas que veas :P



¿Sabes? A veces me pierdo con tus contradicciones, que ya no sabe una si replicarte o dejarte jugar... ;)