20 octubre 2005

En el camino III

La taza de grumosa cerámica contenía un líquido espeso. Evocaba en mi mente el sabor de la manzanilla, pero el fluido se diluía en mi boca sin provocar sensación acuosa. Apenas se hendían los labios al contacto con aquel material compacto. Apoyaba mis brazos sin peso en una rústica mesa de madera lisa que debiera ser rugosa. Mis ojos no se apartaban de la taza y mi ceño seguía siendo un intento de vacío plisado.

-¿Así que es tu primera visita? -comentó Fox con el culo apoyado en la repisa y los brazos sobre su pecho.

Lo miré en silencio. Me fijé en el moldeado perfecto de su pelo. Recordaba a una peluca de goma, de esas que coronan las caretas de carnaval. Fumaba un cigarrillo sin filtro con apariencia de tiza. Las volutas de humo que flotaban despacio hacia el techo no eran de un translúcido homogéneo. Nubes de blanco opaco mezcladas con granuladas redes de puntos grises se superponían a los objetos de la estancia.

-Sólo recuerdo que salía de mi casa, para ir a cenar, y me encontré contigo. No reconozco este lugar, todo me parece extraño -divagué en borbotones de incomprensión.
-Eres un perdido. Vienen muchos por aquí. No te preocupes, yo me ocuparé de ti -sonrió a medias Fox-. Tendrás que ir a la escuela, claro. Pero en un tiempo te acabarás acostumbrando. Este es un buen lugar para existir.
-¿Al colegio? -me pregunté en voz alta- Tengo demasiados años para ir al colegio...
-Nunca se es demasiado mayor. Para nada -afirmó con energía Fox-. Mañana te llevaré al colegio de la mano, para que no te pierdas. Cuando hayas aprendido el camino dejaré que vayas solo.

La locura de aquel hombre calmaba cualquier confusión. Quería llevarme de la mano. Y quería que fuese al colegio. Dos adultos caminando de la mano por la calle. Me imaginaba con mi mochila en la espalda, dándole un beso en la mejilla a Fox y corriendo hacia la puerta de la escuela. Había un ser racional dentro de mí al que le espantaba la situación. Sin embargo el otro ser, el soñador, se obstinaba en mostrarse despreocupado y expectante.

-¡Venga zagal! -ordenó Fox con decisión- Acaba tu manzanilla y a dormir. Que mañana te espera un día muy duro.

Traté de conciliar el sueño entre las sábanas tiesas. Acomodarme en aquella cama que se negaba a mullir mi espalda. Debía descansar. Mañana era mi primer día de escuela.

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13 comentarios:

Raist dijo...

Mira que es extraña la peña...

Deckard dijo...

Es precioso encontrar un guía que te re-oriente. Escuchalo... quizás no sea tan extravagante lo que te dice.

Saludos

elmasmalo dijo...

¿Esta permitido el consumo de sustancias alucinógenas en el camino?

Ligeia dijo...

:'( ¡que bonito!

Pow dijo...

Dadle al enlace del título. Esta historia no tiene nada que ver con el Camino. Es la tercera parte de un relato que empecé hace tiempo.

Nadia dijo...

¿Era Fox Muddler?

Raist dijo...

Joder, ahora lo pillo, coño. Estaba flipando...

Bito dijo...

Ahora que ya me he puesto al día con tu historia, me muero por saber cómo demonios se las va a ver ahora éste para escaquearse del colegio, si es es que lo hace, porque tal y como va el asunto...

Buttercup dijo...
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Buttercup dijo...

A ver si no dejas pasar tanto tiempo entre una parte y otra, que me tienes en ascuas.

Isthar dijo...

Nunca hay que perder las oportunidades de aprender, si para ello hay que ir a la escuela, yo seguro que, aunque inquieta, sería la primera en pegarme a su mano como una lapa ;)

M.Ángeles dijo...

Yo no quiero volver a la escuela, por dios, para aprenderme de nuevo el catecismo, o un catecismo nuevo, que es peor.

Pow dijo...

Aprender cosas nuevas siempre está bien, ¿no?
;-)