02 julio 2006

Third rock from the Sun

Basilio entró en el bar a las cuatro de la madrugada. Saludó a sus amigos sin ser capaz de descomponer esa boba sonrisa que había mantenido paralizados sus músculos durante la última media hora. Tras proveerse del inevitable cubata les contó con detallista deleite la maravillosa cita de teatro, cena y terraza que acababa de disfrutar. Sus ojos chispeaban por la ilusión de una esperanza con hechuras de promesa. Sentía que después de tantos tumbos la anhelada estabilidad lucía con la probabilidad de lo alcanzable.

Comunicadas las novedades, se dispuso a acomodarse en la cálida rutina de otra noche de sábado, a paladear la confortable amistad que los había reunido durante la última década con una regularidad envidiable. Mientras consumía su cigarrillo con profundas caladas, con el rocío de la copa refrescando sus entumecidos dedos, observó como el amigo de Ramón, aquel extraño personaje con el que compartían sus noches de cachondeo sin tregua ocasionalmente, escrutaba abstraido el dedo de la camarera. Cada vez que se unía a ellos se pasaba la mayor parte de la noche hablando con Ramón y estudiando de lejos la acción. A Basilio le sorprendió el pensamiento de que el amigo de Ramón tenía cierta esencia de voyeur.

Se volvió hacia la barra para dejar la copa vacía cuando ella lo abordó. Hacía años que la conocía. Ella no parecía bebida, aunque le interrogó con un desbordante y sospechoso desparpajo por sus últimas relaciones. Basilio nunca la había soportado. Le parecía una estúpida sin ambiciones y su cháchara le daba dolor de cabeza.

-Esa tía va a por ti, sin tapujos -le susurró el amigo de Ramón al oído-. ¿Vas a darle cancha? ¡Es una pesada!

Sabía que no le faltaba razón. Pero cuando ella despidió a sus amigas y le dijo que se iba a quedar un rato más en el bar, Basilio no reaccionó. Quizá hubiese sido el momento adecuado para decirle que las acompañara. Pero no hizo nada. Simplemente dejó que aquello pasara.

Los minutos siguientes desviaron la atención de Basilio de las palabras a las curvas a una velocidad fuera de cualquier límite. Sin saber cómo, en un arrebato de irracional locura, acabó liándose con ella en la barra. Besándola con aquella ternura que tanto esfuerzo le había costado reunir. Al fin y al cabo era una buena oportunidad. Y la importancia de lo que había vivido hacía unas horas era irrelevante comparada con aquel glorioso momento de etilismo sexual.

9 comentarios:

susej dijo...

¿ha llegado el Verano?

Pow dijo...

Fíjate en el título y en ese personaje secundario. Quizá el verano haya llegado para Basilio, pero no para mí.

susej dijo...

No me refería a nadie en particular :)
más bien al estilo del relato.

ORACLE dijo...

lastima que algunos tequilas no conlleven amnesia

isterica dijo...

Seguro que tenía una parte encantadora que no sabían apreciar. Ahora, menos mal que el tal Basilio se espabiló en los últimos momentos! Mira y ahora que le quiten lo bailao!

Deckard dijo...

Creo que se me escapa algo... Que tiene que ver la Sabater en todo esto? Y por que Basilio se acaba liando con la pedorra si ha tenido una velada inolvidable con alguien que promete...

No se si sera el lunes o que estoy muy dormido... =/

Sortilegio dijo...

¿Se supone que con la que se acaba liando es Sabater?
Si esque....os pierde el sexo.

Deckard dijo...

Con la Sabater?

Puejjjjjjjjjjssssssssss

Shh... dijo...

Uhmmm... a veces ciega bastante el sexo :S :P
Besos