18 junio 2006

De dentro a fuera

Cuando uno sabe examinarse con detalle, descubre a menudo secretos de naturaleza inconfesable. O más bien, secretos que no merece la pena confesar. Porque su difusión tan solo generaría una alarma innecesaria y porque para los demás resultan irresolubles.

He oído en muchas ocasiones que mi falta de miedo y mi sangre fría me hacen parecer una máquina descarnada. Funciono aún a pesar de todo lo que tenga que ignorar. Almaceno cápsulas de dolor aisladas del estúpido objetivo de seguir viviendo, de que los demás sigan haciéndolo. Por eso no tengo miedo, porque me sé capaz de enfrentarme a lo que tenga que venir con la serenidad adecuada.

Pero algunas personas intuyen lo que expresan mis silencios. Y asienten ante mis confirmaciones verbales con la impotencia de observarme desquiciantemente cuerdo. No me ayuda expresar lo que ya conozco en voz alta, aunque me fascina que alguien sea capaz de atender a esa onda inaudible.

Parece que uno siempre es más transparente de lo que piensa. Por mucho que se empeñe en adornar la fachada con tupidos cortinajes de lana opaca.

P.D. Fui yo quien dejó el chupito de whisky tras el sofá, me vino a la memoria hace unos cuantos años. Pero después de tanto tiempo de misterio me daba vergüenza reconocer que cuando lo recogí, dos días después, ya no recordaba haberlo dejado allí.

10 comentarios:

susej dijo...

No lo parece lo es.

Lo dice un habitual de laberintos oscuros.

ORACLE dijo...

hay gente que tiene ese don...

Prich dijo...

¡JA!, siempre defendí mi inocencia y no me creíais...
Ahora os voy a demandar por "daños y perjuicios e injurias infundadas" por todos estos años de maltrato psicológico y falsas acusaciones

isterica dijo...

Jajajajajaja! Esas confesiones las deberías haber hecho cuando tocaba! jajajajaja!

Anónimo dijo...

Pow, me parece que va por épocas o por, no sé, por actos. Porque en otras ocasiones parece que has sido absolutamente transparente y has conseguido todo lo contrario.

Respecto de la anécdota. Le diré que hay sucesos alcohólicos bastante más inconfesables, ;)

Para, creo que voy a vomitar dijo...

Adornar las fachadas sirve durante un tiempecito, pero si es continuo las personas, si tienen dos dedos de frente, acaban descubriendo el pastel.

Esther dijo...

Esas personas que le adivinan, son las que mejor le conocen, da miedo ¿verdad?. Capaces de anticiparse a su pensamiento. Feliz confesión.

Para, creo que voy a vomitar dijo...

Dorian, Dorian, permíteme que te diga por aquí (es que no suelo contestar en mi blog) que mi último post es totalmente real y bastante cercano en el tiempo, además. Sin duda está tb dentro del mundo perceptivo, pero teniendo en cuenta que los protagonistas son dedos y una espalda de carne y hueso.

Ay Doriancico, no me seas incrédulo! ;)

Isthar dijo...

Sólo es necesario conocerte para ver que eres más transparente de lo que aparentas con tus máscaras y cortinas de humo ;)

Miada dijo...

Todos somos así, nuestros silencios dicen tanto de nosotros como nuestras palabras...
Lo que yo temo es quien sabe interpretar ambas perfectamente, incluso cuando tú te quieres engañar a ti mismo y hay alguien que te dice que te mientes... eso ya es para parar y tomar aire...

Un beso.