28 noviembre 2005

Distanciarse

En apenas un lustro, el pensamiento da un giro rocambolesco. Ese lustro se suele situar en una franja que empieza en los veintitantos y acaba en los treinta y pocos.

Al acabar la universidad, la efervescencia intelectual está en su punto álgido. Uno se siente con el poder necesario para resolver cualquier problema vital como si fuese una simple ecuación matemática. Todo es predecible, resoluble y determinable. Las ilusiones, las metas y el futuro aparecen marcados por una línea inmaculada. El juicio se hace severo porque la confianza es exagerada. El sentimiento de inmortalidad y el de omnipotencia se conjugan para generar prototipos de adultos responsables capaces de asumir cargas inimaginables. Todo está demasiado claro. O al menos yo era así con esa edad.

Cuando se pasa la frontera de la treintena la claridad se enturbia. Comienzan las extrañas dudas existenciales. La confianza en el criterio propio y uniforme se resquebraja. Crece una necesidad explícita de replantearse lo que uno daba por sentado. El ritmo de vida se relaja, se ahoga la necesidad de correr hacia todas las metas. La compulsión responsable reduce sus exigencias. Es entonces cuando la vida toma un sentido menos delimitado, cuando se observan todos los matices de lo que hasta el momento parecía una figura geométrica perfecta.

Hay decisiones importantes que se toman a los veinte. En muchos casos uno se equivoca porque no es capaz de valorar otras alternativas. Se ve cegado por una prisa intrínseca por acertar, por crecer. A los treinta es cuando se corrigen esas decisiones precipitadas, cuando el sentido parece cuestionarse de un modo mucho más abierto.

La evolución mental en sólo cinco años resulta alarmante. Tanto que a veces no reconozco a aquel arrogante jovencito que se quería comer el mundo. Ahora, una vez digerido, lo único que quiere es observar como otros le dan bocados gigantescos con un apetito exaltado. Y reflexionar sobre sus empachos.

Vuelvo, como casi siempre, a la magistral frase de Butt: Muchas personas que comparten los mismos recuerdos. Os la recordaré hasta que seáis capaces de sentirla tan vuestra como yo.

Por cierto, Ish, he escrito este texto a la primera. Sin redistribuir las ideas, sin cuidar las conjunciones, sin buscar las palabras. Y tan sólo lo he releído una vez. Aborrezco el resultado y no imaginas lo que me ha costado darle al botoncito de publicar...

10 comentarios:

Bito dijo...

Yo no se si las verdaderas dudas existenciales comienzan a los treinta (te lo dire en unos cinco anios) pero si que te digo que a los veinte las tienes, y que tambien te toca replantearte todos los valores, y por supuesto que no hablo de los ya consabidos como religion, politica y tal, sino los mas dolorosos, los que parecian marcar tu propio ser.
Te toca mirarte al espejo y aceptarte como eres, entenderte y aprender que aquello que soniaste que eras quizas no seas, y a veces es jodido, tienes que decirte quien no eres y querer a quien realmente eres. Enfrentarte a tu pasado para creer en un futuro.
Si, yo tambien recuerdo al veintaniero que creia que podria cambiar el mundo solo con desearlo, y ahora, si te soy sincero, apenas aspiro a encontrar la paz y la serenidad, a sentarme en un banco con las manos cruzadas sobre el regazo y ver pasar el tiempo y las chicas....

Muchas veces digo, que mi mayor defecto, es que aun me falta edad...

Wanda◦○ dijo...

La edad es un punto de experiencia, pero realmente no da lo necesario para ser o no ser. No es tan fácil como llegar a X años y ser una persona centrada y agusto con su vida. Si fuerá así nadie se preocuparía entonces de mejorar o luchar.
Tampoco es extraño que con la edad se afloje un poco el pedal del acelerador, es lo mas lógico, y se tomen las cosas con mas calma, y creo que tambien es natural seguir haciéndose según que preguntas tengas la edad que tengas. No es fácil saber y aceptarlo todo, y creo que todos por naturaleza siempre queremos algo más y mejor de la vida. Asi que siempre estaremos buscando.
Supongo que a los 50 lo veremos de otra manera, o no ????

Raist dijo...

Pues a mí me pasó al revés... a los veinte la vida era un caos y no tenía ningún tipo de clarividencia y a los 30 (casi) lo veo todo mucho más claro.

isterica dijo...

A mí me ha pasado lo que a Raist. Ah! Y nunca creí comerme el mundo, de hecho he conseguido cosas que jamás creí poder conseguir, así que en vez de decepcionarme, me he sorprendido con el paso del tiempo.

Miss Kubelik dijo...

A los 20 puedes ser un ceporro y seguir siéndolo a los 30. Eres en cada momento lo que quieres (y te dejan) ser. He dicho.
-_-

Isthar dijo...

Si dijera que nunca sentí por un instante que me comía el mundo, mentiría. Siempre hay algún momento en que todo lo ves como posible y la vida es un abismo de posibilidades infinitas aguardando a que las desenvuelvas. Sí, yo también tuve mi momento, pero llegó un poco antes. Nunca fui una adolescente común, ya por entonces mi manera de pensar distaba mucho de la habitual en la gente de mi edad. De hecho creo que crecí demasiado rápido, a destiempo. A los 15 aspiraba a hacer con mi vida grandes cosas. A los 20 mi vida estaba rota. Con los años conseguí restaurarla de nuevo, aunque ya nunca fue la misma, para bien y para mal. Y desde entonces nunca he dejado de tener dudas.

Así que si bien es cierto que existe un proceso general en el que todos vamos creciendo, aprendiendo, madurando... y que se sucede con los años, no es menos verdad que algunos fuimos algo desacompasados y vivimos determinadas cosas antes de tiempo, con lo que en realidad, para que la edad sea un factor determinante ha de ir acorde con las experiencias de vida.

Ahora con 29 años tengo de las dos cosas, edad y experiencia, y aún así sigo pensando que la vida aún tiene muchas cosas con las que sorprenderme. Muchas crisis me esperan a la vuelta de la esquina ;)


Sé lo que debe haberte costado, de verdad que lo sé. Un día te contaré lo que me tocó hacer el año pasado y te troncharás de la risa. Pero de verdad que el esfuerzo ha valido la pena.
¿Ves como podías hablar de este tema sin que nadie se te lanzara al cuello? jejeje ¿Ves como a veces puede soltar las palabras sin medirlas en exceso? Me gusta el resultado, de verdad.
Estoy orgullosa de ti :)

susej dijo...

Pues estoy con Ish, me gusta el resultado.

Ah, es un proceso normal, cada uno lleva su ritmo, pero creo que todos pasamos.

Ah, te invito a mi zona del salón de espejos.

Unknown dijo...

....también la vida se simplifica porque cada vez el tiempo es más valioso, y crees que no merezca la pena ser malgastado.... además es ahora tu propio dinero el que tienes que gastar, y las preocupaciones cotidianas te azechan a cada paso.... un buen día te descubres haciendo la declaración de la renta o mirando pisos de protección oficial.... la ventaja es que ahora que sabemos lo suficiente, todavía somos jóvenes para utilizar ese conocimiento, y de vez en cuando, corrernos la juerga padre.... :)

isterica dijo...

Isthar: Me encanta que digas que la vida tiene muchas cosas aún para sorprenderte. ¡Estoy contigo!

Lydia dijo...

Creo que si los cambios no los vives ahora no sé cuándo se vivirán.
En mi caso los cambios se viven por días, pese a la horizontalidad de las horas. Cambié al empezar la carrera, cambié al dejarla y al comenzar la siguiente, cambié al terminarla, cambié cinco o seis veces el año pasado y éste. Cambio constantemente, como un mutante y es evidente que no conozco el camino acertado. De hecho esa línea inmaculada hacia el futuro, siempre la he visto bien borrosa.

Saludos