24 noviembre 2005

Al encuentro

No Mel, no puedes comerte eso. Sé que eres muy capaz de comértelo. No lo dudo. Pero te va a sentar mal. Sí, te sentará mal, aunque lo mastiques mucho. ¡Dámelo! ¡Deja de correr! ¡Ven aquí!...

La conciencia se iba creando a medida que se disipaba el sueño. Eva notó un ligero dolor de cabeza. Apretó los ojos. Frunció el ceño. Se movió debajo del edredón tratando de equilibrar la migraña. Y abrió los ojos. De súbito.

Miró sin moverse a izquierda y derecha. Estaba en una cama desconocida flanqueada por dos mesillas extrañas. Un inédito armario se elevaba a sus pies hasta el techo. Sus manos agarraban una colcha ajena. Y su pijama... No llevaba pijama.

Recogió su ropa hurgando en cada rincón de la habitación. Se vistió con urgencia absurda. Respiró hondo. Abrió la puerta. Un largo pasillo, tan desconocido como todo lo demás, conducía a lo que parecía la cocina. Cuando entró allí descubrió a Juan fregando la vajilla.

-¡Buenos días, marmota! -saludó enérgico.

Eva se quedó callada. Con una mirada triste. Observando la nada. Agarrada con fuerza a su chaqueta.

-Así que tu memoria está todavía un poco encallada... -dedujo Juan sonriendo-. Está bien, tendré que hacerte un resumen. El vino estaba exquisito. El ternasco delicioso. Pacharán de primera clase. Unos estupendos gin tonics al son de música ochentera. Tu empeño por enseñarme cómo se hacía un dry martini casero. Y yo he dormido en el sofá. ¿Lo tienes todo?

Cuando él terminó de hablar, Eva aún procesaba la información relativa al pacharán. Un par de segundos más tarde, cuando comprendió la palabra sofá, asintió indecisa.

-Anda, siéntate aquí. ¿Qué tomas? ¿Café con leche? -preguntó Juan acompañándola a la mesa.

Eva seguía sin hablar. Su mente era incapaz de otorgar sentido a todo lo que había pasado en las últimas horas. Recordaba la cena, en aquel lugar que dijo que era su preferido. Habían seguido hablando en el restaurante hasta muy tarde. Después estuvieron en aquel bar donde cada canción era un pedacito de nostalgia con acento anglosajón. Y al final... No había nada más. La cinta se había borrado.

-¿Dónde está Mel? -articuló con esfuerzo Eva.
-Ayer por la noche la atropelló un autobús. La dejamos allí para no tener que cargar con ella -contestó Juan muy serio.

Ella pensó que era normal haberla dejado allí. En el fondo sería un peso innecesario. Si habían tenido que caminar después...

-¿Qué? -chilló Eva mientras se levantaba y recibía una cruel pulsación en el cuadrante inferior derecho de su cráneo.
-¡He conseguido despertarte! -exclamó Juan mientras sonreía como un estúpido y le colocaba un café en la mesa-. Está en la terraza. Salió hace un rato a olisquear mis macetas.
-¡Serás cabrón! -farfulló malhumorada.
-Tenía que despertarte... Cuando estás ausente eres un muermo -siguió él bromeando.
-Así que, ¿dormiste en el sofá?
-Ajá.
-Y yo en la cama.
-¡Correcto!
-No recuerdo nada...
-¿Nada de nada?

Eva se esforzó por colocar las imágenes en una escala temporal coherente. Rebuscó entre sus huidizos recuerdos una lógica espacial que fuese capaz de recolocar momentos.

-Quiero que me expliques cada día por qué he de permanecer a tu lado -suspiró Eva-.Y quiero que cada día sea diferente. Cuando ya no encuentres más motivos, Mel y yo nos iremos de tu vida.
-Está bien. El primer motivo. Debo contarte la historia de la noche en que nos conocimos -susurró Juan-. Pero empezaremos mañana, cuando no estés borracha -añadió mientras la envolvía con un brazo y le daba un beso en la sien.

Ella arqueó las cejas. Se levantó despacio y se sentó en las rodillas de Juan. Le pasó un brazo por el cuello. Buscó sus ojos. Y esperó.

-¿Estás borracha? -murmuró Juan.
-Ni siquiera un poquito... -admitió Eva con una tierna sonrisa.

<<46>>

10 comentarios:

Azena dijo...

es aún más tierno que un beso de tarta de fresa. y menos empalagoso...

isterica dijo...

Aaaaaaahhhhh!!!! Máááááásssss, necesito máááááásssss!!!! Cómo eres capaz de escribir así? Si eres hombre? (perdón pero, parece más lógico que así escriba una mujer)

isterica dijo...

Ah! Por cierto! Ya no te veo tan triste como en otros de tus escritos. Mucho mejor así!

Raist dijo...

Esto se está yendo al traste...

Ya me temía yo algo parecido, lo estaba viendo venir, aunque confiaba en tu capacidad de sorprenderme... :-p

Ajá, acabo de caer. Tú eres el negro de Danielle Steel

Miss Kubelik dijo...

jajaja, qué maligno es este Raist, aunque la verdad es que como Mel no decida comérselos a los dos esto no se va a poner interesante nunca... tuturú

Un beso en son de paz ^_^

Bito dijo...

Vale, de mi ya lo has conseguido, me he enganchado a tu historia.

Ahora estás obligado a seguir si no quieres recibir sutiles amenazas...

Buttercup dijo...

Me gusta esta historia, quizás porque alguna vez... no, demasiadas veces, he sido Eva.

Seguro que la historia da un vuelco. ¿Volverás a lo de la dilatión de la pupila? Anda, cuenta que se le pasó por la cabeza.

Joder, me he enganchado a la historia.

Nadia dijo...

Si me tienen que ingresar con coma diabético tú serás el responsable...

Unknown dijo...

....uhm.... había algo en ese pacharán.... seguro que no era del Zoco.... respecto a esa fijación por los ojos.... tanta pupila.... >)

Isthar dijo...

Y luego dices que no sabes escribir ¡¡anda y que te den!! ;)

Da gusto leerte, de verdad

PD. Tú eres el negro de Danielle Steel Todavía me dura el ataque de la risa XDDDDDDDDDDDD