29 octubre 2005

El juego de Poderosa

Lourdes,

Acabo de sentir la formación de una grieta longitudinal, de norte a sur de mi alma. Y sé que antes no estaba allí porque suelo revisarla a menudo. Todavía la puedo cruzar dando un ligero saltito, pero amenaza con abrirse. De hecho, ahora mismo estoy escuchando lastimosos crujidos que chirrian ululantes desde el fondo del abismo.

Sé que nunca leerás estas palabras. Ahora te meces en hipnotizantes cantos de sirena que susurran melodiosos secretos inventados en tus adiestrados oídos. Flotas perezosa en esa acunante comodidad que sustenta la atrayente melodía que te tiene retenida. Y no hay océanos de tiempo que puedan cruzarse, sabes que nunca fui vampiro. Sangro como cualquier mortal.

Ocurre que es mucho más fácil comprobar que dos más dos son cuatro. Y aunque yo insista en que el logaritmo neperiano de cincuentra y cuatro coma seis genera ese mismo resultado, requiere demasiado esfuerzo calcularlo. Te es mucho más sencillo acomodarte a una simple suma.

¿Recuerdas la otra tarde, en el circo? Quisiste ponerme a prueba. Ver si era capaz de disfrutar de la antigua magia de los malabares y los equilibristas. Observabas mi cara para descubrir un rictus vil que delatase la muerte del niño soñador al que amabas. Pues bien, yo también te observaba a ti. Y fuiste tú la que, con aquella mirada escrutadora desprovista de imparcialidad, destruiste todo lo que nos unía.

Suena en mi memoria tu risa afinada, escucho la cadencia de tus frases escogidas y recuerdo ese fingido mal carácter tan embaucador. Nadie me lo devolverá. Tú has decidido escamoteármelo, robarme lo que era mío. Despojarme de mi sensación de ti.

El precinto que he colocado a mi corazón me permite olvidarte sin resquemor. Aunque siga aullando de dolor el muy condenado. ¡Parece un caprichoso bebé enrabietado! No importa, lo mejor de los bebés es que en seguida olvidan sus penas. Y que nunca les dejan huellas.

Me despediría. Es lo que se suele hacer al terminar una carta. Pero no me ha apetece. En gran parte, porque ya me has despedido tú.

Un beso que se enredará en el viento, que jamás llegará a alcanzarte.

Pow

Como de amor no sé decir, a ver qué os parece esta carta de desamor gélido.

15 comentarios:

Buttercup dijo...

Cuando tengas una buena idea y las palabras empiecen a quemarte, escribirás. Ya te buscaremos.

Pow dijo...

Jeje, muy observadora Exagerada...
Lo cierto es que no tenía ganas de arreglar las fechas de los artículos que tenía escritos. He sido sutil al poner el último en un lunes pero te has dado cuenta ;-)

Por cierto, he abierto (a petición) los comentarios del artículo de arriba.

Aunque no creo que haya mucho que decir, la verdad.

Raist dijo...

Demasiado gélido. Creo que incluso dolería más que una despedida corta y fría...

Y cierra los comentarios de arriba joder. Solo lograrán confundirte...

elmasmalo dijo...

Desgarradora carta, incluso para ti.

Isthar dijo...

Cómo se nota cuando las cosas llevan tanto de nosotros como para sangrar entre lineas.

Cómo duele que te despidan, que no te den opciones, que de repente el silencio se abra paso en el camino que una vez decidisteis forjar juntos... y lo inunde todo.

Isthar dijo...
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Eurídice dijo...

No hay nada mejor que escribir una carta de desamor cuando no quedan mas que los resquicios del pasado.

Yo tampoco quiero que vuelva aquél a quien van dirigidas mis letras, pues hoy por hoy puedo escribir una nueva carta de amor.

Besitos y gracias por leerme*

Anónimo dijo...

Frio final para un amor, pero como todos los amores, cada uno tiene su fin a su manera. Si que es gélido o eso retrasmite, espero que algun dia a esa persona le llegue su calor. 1 beso.

Wanda◦○ dijo...

Realmente cuando te pones tan serio se nota todo lo que te duele este feo asunto ..... siento mucho que hayas tenido que bajar al infierno para escribir todo esto que sientes.

Bito dijo...

Nunca las cartas de desamor fueron bonitas, si acaso tristes y con un punto de melancolía, pero todas dejan entrever algún reproche y las cosas nunca dichas.

Ese beso que no llega mejor que se quede en el viento, quien sabe, quizás cuando dejé de soplar caiga por casualidad en el rostro de otra muchacha, que se gire sorprendida buscando los labios que la han rozado...

Anónimo dijo...

Frío como el acero que atraviesa el alma de quien no es amado o deja de amar. Desgarrador como el sentimiento de desamparo, de interrogación continua que precede al desamor.
Bonito como un adiós a tiempo escrito desde el corazón.
Un saludo

Anónimo dijo...

Y tan gélida... Es casi... cruel. Ese beso que se enredará en el viento y que no llegará: no es una amenaza, es un vaticinio. El "no me apetece", irrefutable, sobrio, claro y limpio como el agua. A pesar de la gelidez, me ha gustado. Así es el desamor... Besos

Anónimo dijo...

Divinamente describiste la sensación del olvido.
Un beso.

poemasperdidos dijo...

Espero que con el tiempo esta carta tan bien hecha sea el único recuerdo que te quede de esta relación. Tu intensidad y pasión ameritan mejores rumbos!
:)

Vine buscando tu Blog por causa del testigo de Raist (que risa) y resulta que no me eras extraño! solo que sabía de ti como Retrato de Dorian.

Besitos Gray,
Gab

pebelcita dijo...

Cuanto desamor he leído por ahí.
Con esto de las cartas...habeis sacado algo que llevais dentro y que de otra manera no hubierais sacado.
Te deseo que decidas lo que decidas, esta sea la más acertada de las decisiones.
un saludo!