Tres días poniendo patas arriba el cuarto de baño. He utilizado lejía, limpiabaños, limpiacristales, salfumán, limpiacañerías, limpiaduchas,... No hay manera. Ese asqueroso olor a podrido no desaparece. Desde que Gork vomitó por todo mi baño el pasado fin de semana no he conseguido descubrir el origen de la peste que lo impregna.
Esta mañana he encontrado la solución: un destornillador. ¿Cómo se puede llegar introducir vómito detrás de un armario atornillado a la pared? ¿Qué grado de torsión de cuello es necesario para obrar tal proeza? ¿Cuántos exorcismos requirió Gork después de aquella noche? ¿Quién dijo que la viscosidad de los líquidos fuera uniforme?
Vamos, que casi he caído de rodillas subyugado por la fuerza del milagro...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Juaaa, juaaa, fabulosa manera de relatarlo.
XDDDDDD
Publicar un comentario