Vlad se despertó a las ocho de la tarde. Era temprano pero tenía muchas cosas que hacer aquella noche. Caminó a oscuras hasta la nevera. Sacó un cartón de sangre pasteurizada baja en azúcar y un trozo de morcilla de vísceras animales. Desayunó hojeando con pereza el diario. Leía los artículos de opinión en secuencia y el resto de las noticias en diagonal. No le interesaban las intrigas políticas ni el estado de la ciudad. Recogió la vajilla en los desportillados armarios y se vistió con su ligera capa para vuelos cortos. Se palpó la cara, se pasó una mano por el pelo y se aplicó un poco de crema palidecedora. Después despegó desde su ventana tras mirar con cuidado en ambos sentidos.
Mientras volaba hacia el trabajo su cabeza repasaba las citas que le aguardaban. Debía solucionar un par de envíos en el trabajo a primera hora aunque después podría dejar pasar el resto de la jornada con despreocupación. Tenía una cena a las cuatro de la madrugada con Sara, ese monstruo achinado de piel verde y cabello rosado. Adoraba a aquella chica. Llevaban tiempo viéndose y sabía que aquella iba a ser la noche.
Llegó con tiempo al trabajo, así que paró a tomar una infusión de cenizas en el bar. Se sentía despejado, pero quería relajarse antes de incorporarse al frenético ritmo de la noche.
Al cruzar la puerta de la oficina Jararacas le lanzó una taza de cerámica acompañada por un saludo atronador. Vlad la agarró al vuelo por el asa y se acercó a la máquina para servirse un poco de suero. Jararacas era lactante. Miraba con los ojos muy abiertos a Vlad mientras le explicaba los problemas que tenía para encontrar suministros de calostro. Entonces apareció Loogaroo por la ventana. El jefe lo había sermoneado en muchas ocasiones por convertirse en bola de fuego dentro de la oficina, pero Loogaroo era demasiado obstinado para controlarse. El fuego se metamorfoseó en vampiro y se unió a la conversación.
Se sentaron en sus mesas para comenzar la jornada. Vlad realizó un par de llamadas telepáticas para asegurarse que los transportes estaban preparados. Tuvo que dejar en espera a un conductor porque Talamur lo telepateó para avisarle de que llegaría tarde. No era ninguna novedad, Talamur siempre llegaba tarde. Sus extraños métodos de necrofagia telemática hacían que su desayuno requiriese demasiado tiempo.
Le avisaron de que los camiones habían partido de las granjas de humanos de Ultra y Ciudad Ventrue hacia los supermercados. La escolta aérea no informaba de ninguna anomalía. El reparto se había convertido en una tarea peligrosa tras la proliferación de los nosferatu. Cuando los camiones llegaron sin percances a su destino, Vlad informó a su jefe de la operación y se relajó en la silla a esperar la hora de salida.
Abandonó pronto el trabajo con una rauda despedida mental. Pasó por la librería para buscar aquel libro de poemas que tanto le gustaba. Encontró una edición bastante nueva, apenas tenía unos doscientos años. Resultaba cara para su economía, pero la compró igualmente. El libro hablaba de tiempos pretéritos, de cuando millones de humanos poblaban con su salud las ciudades a lo largo y ancho de todo el mundo.
Se elevó sin desplegar la capa hasta la cúpula de la torre restaurante. Allí lo recibió un gitano con una teatral inclinación. Los gitanos siempre le habían producido cierta repulsa, no se sentía cómodo con tanto servilismo. Lo acompañó hasta la mesa y Vlad comenzó a estudiar la carta.
Sara llegó puntual. La recibió con un tierno mordisco en el cuello y la ayudó a sentarse. Escogieron juntos el menú; ensalada de mollejas y criadillas e hígado crudo. También pidieron un concentrado puro de sangre, reserva del 08. Al fin y al cabo era una ocasión especial. Sara había aceptado el libro y la proposición. Era su última cena de libres. Mañana emprenderían su vida en consorcio.
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4 comentarios:
Y mientras un Garou perdido en esta extraña ciudad, contempla curioso la escena, esperando un hueco para volver al bosque.
Me ha encantado!! No sé porqué siento predilección por la noche y la oscuridad.
Con lo que me gustan a mi las historias de vampiros...
Espero ansiosa la segunda entrega.
¿Cómo será una unión vampírica? :)
Precioso, de verdad. Me ha recordado a cuando estaba enamoriscada de Gary Oldman, :-).
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