Ayer lo vi. Encima del escenario. Llenando el recinto con su aflautada voz de tenor. Erguido en su metro noventa de músculos bien entrenados. Transmitiendo sueños a través de sus ojos verdes. Moviéndose con decidida energía a lo largo de toda la actuación. Estaba pletórico. Nunca lo había visto mejor.
Lo saludé después del concierto. Un cálido abrazo que me supo a familiaridad sincera. Me habló como siempre lo hace, con cercanía dulce y pasión contagiosa. Me acordé de lo bien que lo hemos pasado juntos los últimos años.
Y casi se me olvida que lo devora un despiadado cáncer.
Casi.
El domingo por la tarde nos vamos para Barcelona. El domingo por la noche nos emborracharemos. El lunes por la mañana le dirán lo que será de su vida a partir de ahora.
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2 comentarios:
Un trago a su salud. Para que vaya a mejor.
Mi abuela decía que el cáncer embellece (ella sufrió uno) Ya sabes, a correros la juerga más memorable que podáis.
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