Isterica y MasMalo nos han contado su noche de sábado. Dudo que lo que os voy a relatar haya sido alguna vez real, pero así es como los imaginé a 330 kilómetros de distancia.
Llevaban toda la noche manteniendo una estirada pose de cortesía. Sonrisas con disfraz de mueca se dibujaban en los intervalos de silencio. Palabras de sentido limitado enlazaban la estrechez de sus miradas. La dirección de su encuentro perfilaba un despido anticipado. Todo parecía ya pactado.
Las notas de la música ondulaban chirriantes entre los claroscuros de aquel bar cuando MasMalo habló.
-Me encantó tu disfraz de geisha -le dijo sonriendo-. Bueno, en realidad, me encantó tu ojo de geisha -añadió con una carcajada-. Es todo lo que puede ver...
-¡No veas que frío pasé! -respondió Isterica rotunda- ¡Esas geishas deben llevar un pijama de franela debajo del kimono! -remató riendo estentórea-. Por cierto, llevo en el bolso las fotos de aquel día. ¿Te gustaría verlas?
No había suficiente luz en esa zona del bar. Así que se movieron debajo de un foco. Isterica pasaba las fotos entre sus manos mientras comentaba los detalles de cada disfraz. MasMalo las observaba asomado por encima de su hombro izquierdo.
Sus mejillas se tocaron. Por accidente. Casi por sorpresa.
Dos pares de ojos se buscaron despacio mediante giros de cuello a contrapié. La fórmula magistral de una química esquiva se encargó del resto.
Isterica recogió las fotos, le tomó la mano y subieron las escaleras. Hacia la calle. Su primer beso fue suave y sereno. Breve. En la penumbra de un soportal. Protegidos de la lluvia.
Siguieron caminando de la mano en silencio. Camino de ninguna parte. Calados por la insistencia del oscuro cielo nublado. Perdidos en una fantasía convocada por un chasquido de dedos.
A la mañana siguiente, mientras desayunaban sentados en la cama, los rayos del sol devolvieron la realidad a sus emociones. Los rescataron de aquel país de nunca jamás con una calidez entumecedora.
-¿Y ahora qué? -se dijeron casi al unísono.
Algún futuro posible germinó al sonido de aquellas risas relajadas por la complicidad.
* La foto que ilustra este artículo fue publicada en el blog de Sortilegio en carnavales. Y la he incluido sin pedirle permiso, por supuesto :-P
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16 comentarios:
Ah, yo te imaginé en una noche larga que casi parecía día, bien acompañado, y danzando de un sitio a otro...
Lo dicho, ¡¡eres un marujo!! XDDDDDDDDDDDDDDDD
Me gusta tu versión de los hechos ;)
Qué envidia... mis "y ahora qué?" siempre han sido más bien catastróficos... XD
Si se enfrenta un futuro posible a un pasado seguro, quién gana?
Y si no se enfrentan?
Nunca se enfrentan, gacela. Se complementan o se excluyen. Pero no creo que haya vencedores ni vencidos...
Joder, que bueno. Me ha gustado muchísimo más tu versión que la mía, sinceramente. Si es que tenías que haber venido, yo ni caí en preguntarle por el disfraz de gehisa y eso que... bueno, no quiero hablar de más.
Gracias por tu crónica a distancia, pero no provoques, a ver si vamos a hacer por aquí, la crónica de tu sábado, jajajajaja.
Te equivocaste de persona, la de las fotos sin duda era Sortilegio, que,como no,llevaba su camara.
Y elmasmalo tiene razón... me quedo con ganas de hacer la crónica de tu sábado :-P
Si esta es tu crónica de una situación en la que no estabas, por favor, cuéntanos tu sábado de igual manera. Jeje.
Uy! Que me he puesto colorá! Y tú como sabías que pasé frío con el vestido? O lo dije yo en algún momento en el blog?
Es todo imaginado, Isterica. Pero es lógico que pasases frío. Y mi noche de sábado fue extraña, aunque no sé si merece la pena ser contada...
Biiiiiieeeeeeennnnnnnnn!!!!!!
Despertando las líbidos primaverales....
A ver qué pasa....
Y ¿donde estuviste tú el sábado que no viniste?
330 km? Madrid?
Butt!! No me la pude llevar!!. Me puse un bolso minúsculo y no me cabía!! Me cachis!!
Esto si que si!!!!!!
Por cierto Dorian....no me gusta nada eso de que me robes mis fotos... :oO :oO
No hay nada como vestir el sábado de kimonos y hormonas.
Tomaré nota, que decía el detective
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