19 noviembre 2005

Los preliminares

De las pocas ilusiones que aún retengo, a regañadientes, regalarte algo único es a la que más esfuerzo he dedicado en los últimos meses. Desearía encontrar ese regalo que, cuando lo abras, haga desaparecer por completo tus párpados. Disfrutaría contemplando tu esquiva sonrisa bien de cerca. Aunque solo sea por un segundo. Aunque al instante te recompongas ruborizada para retornar al mundo que tú y yo conocemos.

Todavía no lo he encontrado. Pero te contaré la historia de la estéril búsqueda. Así, quizá, recibas un pequeño adelanto del regalo que te espera.

Cuando estuve en Buenos Aires me contaron que cierta viejita vendía en el mercadillo de la plaza Dorrego un combinado de agua de arroz y mate que era capaz de juntar cualquier clase de pedazo. La oportunidad perfecta. Lo que siempre habías deseado.
Una tarde me escapé de la oficina y eludí a mi jefe. Me encaminé decidido hasta el puestecito y busqué a la viejita. Pero no la encontré. Pregunté a los otros vendedores y me explicaron que ya no estaba. La viejita había muerto. Y con ella se había llevado el secreto sobre cómo juntar pedazos.

Más tarde pensé que lo que en verdad te gustaría poseer sería la piedra filosofal, la cura de todas las enfermedades. Era la solución redonda. Queda ideal encima de la repisa y tiene una utilidad innegable. Contraté al mejor experto en alquimia de todo el Raval de Barcelona. Y lo mandé a remover cada una de las piedras de las Pirámides. No tuvo éxito. Lo único que encontró fue un pequeño hueco vacío en forma filosofal entre los más de dos millones de piedras.

Pero no me desanimé. Sabía que te hacía falta un normalizador de personas. Viajé a Francia. Allí encontré el laboratorio donde un aséptico científico ensayaba con el isótopo centesimal de un elemento alemán. No sé si fue porque franceses y alemanes nunca se entendieron bien o porque el científico estaba un poco chiflado, pero los resultados que me mostró distaban mucho de producir personas que pudiesen considerarse normales.

Entonces pensé en el amor. Es algo que a todo el mundo le gusta. Que te regalen amor es fenomenal. La lástima fue que me inquietase la duda. ¿Qué es el amor? Necesitaría conocerlo antes de poder regalártelo. Si no, no sería capaz de acertar. Comencé a leer la ostentosa comida de aquel viejo griego para descubrir qué era lo que tenía que encontrar. Y de repente se unieron al amor alma, virtud y reciprocidad. Reconozco que me perdí. No te pude encontrar el amor porque ni siquiera supe qué debía buscar.

Desesperado, después de tanto fracaso, me decidí por un libro. Sé que te gustan los libros. Todo el problema se reducía a encontrar uno que fuese especial. A encontrar el más especial de los libros. Paseé por todas las librerías preguntando cual era el libro más extraño del que se tuviese noticia. Todos coincidieron en que se trataba del Libro Perdido, del que solo se había oído hablar pero del que nadie había visto nunca un ejemplar. Casi por casualidad, una noche de insomnio, encontré una copia de su contenido en Internet. No me lo podía creer. Lo había encontrado. Todo era perfecto. Pero tuve la tentación de leerlo. En la historia había un Primer Dios, un Primer Hombre que luego era Segundo Dios. El Primer Dios resultó al final ser el Diablo. Y también había un Segundo Primer Hombre. Pero sin embargo sólo una Primera Mujer. En definitiva, un lío. Por muy raro que fuese sabía que no era lo que necesitaba.

En plena frustración emprendí un largo viaje a pie. Quería confeccionar un álbum de fotografías de los lugares más inaccesibles y perecederos de ese Pirineo que amas. Lo intenté, pero se me cruzó en el camino una noruega que parecía fotógrafa profesional. Me daba vergüenza sacar mi ridícula cámara automática. Dejé que todas las fotos las hiciese ella. Y volví del viaje con los bolsillos vacíos.

Así que, de momento, no tengo nada para ti. No obstante, quiero regalarte una nana de Mark Knopfler, mientras esperamos a que encuentre algo que merezca la pena. O a que ese algo me encuentre a mí.

Baby I see this world has made you sad
Some people can be bad
The things they do, the things they say
But baby I'll wipe away those bitter tears
I'll chase away those restless fears
That turn your blue skies into grey
Why worry, there should be laughter after the pain
There should be sunshine after rain
These things have always been the same
So why worry now
Baby when I get down I turn to you
And you make sense of what I do
I know it isn't hard to say
But baby just when this world seems mean and cold
Our love comes shining red and gold
And all the rest is by the way
Why worry, there should be laughter after pain
There should be sunshine after rain
These things have always been the same
So why worry now


A ver si con esta melodía tus ovejas se vuelven más responsables y comienzan a bostezar para ti.

12 comentarios:

Sofía B. dijo...

Sal inmediatamente de Gray y deja de poseerlo :o)

P.D. Pre-ci-o-so

Miss Kubelik dijo...

Has regalado una sonrisa. Gracias

Bito dijo...

Ni la canción, ni el libro, ni la piedra filosofal, ni hombres normales, ni el amor, ni las fotografías, ni el ungüento de la vieja... si yo fuera ella te pediría un escrito así cada día, de veras.

Buttercup dijo...

Te has superado a ti mismo, me has dejado con la boca abierta.

... dijo...

Bito tiene razón, este texto supera cualquier otro regalo. A veces olvidamos que la búsqueda está más repleta de cosas que la meta.

Lydia dijo...

Yo preferiría la canción, eh?

De hecho ayer estuve escuchando a Mark Knopfler de vuelta a casa.

Saludos

Pow dijo...

Es raro. Odio este texto, aunque ame el sentimiento que lo parió. Y la destinataria nunca llegará a tomarlo como suyo.
Todo resulta enormemento confuso. Me gusta.

M.Ángeles dijo...

Me encanta Mark Knopfler.

Unknown dijo...

¡¡¡Vaya genialidad!!! Es la búsqueda más bonita que se puede hacer por alguien al o a la que se quiere tanto. No hay duda de que tu odisea por los mares internos dan cada vez un fruto más delicioso. Lástima que lo odies. A veces el patito feo es el que nos da mayores satisfaciones, a pesar de que en un principio parecía el menos indicado para ello.

HELEN -Mamá In Design- dijo...

Es el mejor regalo que has podido hacer y que casi sin saberlo tambien me has regalado a mi.

Como Bito, si yo fuese ella te pediría un relato así cada dia.

Mil besos lindo!!

susej dijo...

Aunque odies el texto, este es precioso, como ya te dije...

Raist dijo...

Pues a mí me parece que el texto es espectacular. De maestro. Para mí entra en tu Top 3.

Aunque hay un pequeño detalle en él que me preocupa, me mantendré en observación