Hoy paseaba absorta por la ciudad pensando en esa lengua ajena que se ha instalado en mi cabeza. He visto a un chico fijarse en mí a través del reflejo del escaparate y he pensado que a mis cuarenta y cinco sigo resultando atractiva. Eso me ha hecho sentir joven.
He recordado que hace quince años todo parecía más fácil. Emigré al extranjero detrás de mi amor verdadero. Las expectativas de aventura eran abrumadoras. Era consciente del desafío al que me enfrentaba y la ilusión por superarlo me llenaba. Apuntalé mi carrera profesional durante cuatro años de negación, renuncié a la maternidad. Retuve España en mi corazón con esporádicas visitas cargadas de buenos momentos. Conseguí con el tiempo disfrutar el enrevesado humor extranjero. Viajé a los lugares más preciosos del mundo. Llené mi hogar con todas esas cosas que el dinero puede pagar. Fasciné a cada uno de los nuevos amigos que encontré en el camino. Exploré la perpetua senda de lo deseado.
Todas aquellas metas y muchas más han sido superadas. Pero no me siento feliz. Descarté muchas alternativas para llegar hasta aquí. Y algunas de ellas jamás volverán a ser posibles. Dudo si me equivoqué, pero en todo caso, la vida sólo se recorre en sentido directo.
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2 comentarios:
Roca es una mujer de alternativas constantes...
Y será siempre infeliz, porque necesita estar en movimiento.
Aunque esto forma parte de su encanto.
Ser siempre infeliz... me da un escalofrio de pensar que alguien se pueda sentir siempre así.
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