10 agosto 2005

De paseo


Caminar con Aurelio por la ciudad es siempre distinto. En ocasiones se para en la esquina de dos calles para señalarte el cielo fascinado. Te describe la disposición de las nubes y los colores que forma el atardecer. Y no te deja moverte hasta que no los has mirado de verdad. Otras veces recuerda un bar especial que hace tiempo que no visita. Tiene mala memoria, así que has de seguirlo en su sinuoso rumbo hasta que encuentra el escondido lugar. Una vez dentro te describe con pasión todos los motivos por los que adora estar allí. Si vas a comprar con él al mercado te descubre los puestos más encantadores. Habla con los tenderos interesado en la composición de los productos. Rebate sus argumentos con ardor y terminas llevándote alguna extraña hortaliza criada en un diminuto campo del Pirineo a precio de ganga. Cuando pasas por una plaza te coge del brazo para detenerte. Te cuenta la historia de algún amor pasado que se fraguó en aquel banco de la esquina. Se sienta con la mirada perdida y no tienes otra opción más que sentarte a su lado hasta que termina de recordar el momento. Y si tiene un día risueño incluso se despide de ti con un fuerte abrazo.
¡Es tan divertido recorrer la ciudad a su lado!

3 comentarios:

Pow dijo...

Siempre lo podemos compartir...

susej dijo...

Me ha recordado a alguien, y me ha hecho sonreir. Echo de menos a mi Aurelio...

Isthar dijo...

Tu amigo Aurelio me caería francamente bien, sin duda :)