04 febrero 2008

Lo desconocido

La princesa está triste... ¿qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave sonoro
y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.


Hace unos días recordé la primera estrofa de la Sonatina sin proponérmelo. Es posible que hayan pasado más de quince años desde la última vez que la leí. ¿Qué otras secuencias indelebles aguardarán ocultas entre los pliegues de mi cerebro? ¿En qué momento decidirán volver a visitar mi conciencia?

Somos inexplicables, aunque nos cueste creerlo. Nuestro propio intelecto es incapaz de entenderse a sí mismo. Tal vez, al tratarse de un ejercicio reflexivo, esta imposibilidad nunca llegue a ser superada por falta de una mirada objetiva que sepa desentrañarla. En cualquier caso, la conciencia que cada persona posee de sí resulta un entramado de posibilidades tan vasto que parece inabarcable.

Poco sabemos de lo que somos y en el futuro dudo que podamos llegar a sabernos a ciegas. Porque en el momento en que sepamos explicarnos por completo, seremos incapaces de explicar el proceso que nos ha permitido alcanzar ese grado de entendimiento.

5 comentarios:

susej dijo...

Bueno, yo intento conformarme con aunque no pueda explicarme por lo menos conseguir algunas indicaciones generales.
Aunque bueno, ya sabes que mi curiosidad me impulsa a intentar comprenderme.
Sobre todo en los días en que no entiendo lo que siento.

Wanda◦○ dijo...

Si lo que se intenta es que nos entiendan creo que antes debemos tener muy claro como lo vamos a explicar, hacer una organigrama en nuestra cabeza para ordenar las ideas y exponerlas por orden.

Buahhhhh eso es muy aburrido no ????

Mandarina azul dijo...

Buf, sabernos a ciegas a nosotros mismos... a mí me daría miedo, mucho miedo.
Es curioso, estoy pensando si será porque me da más miedo lo conocido que lo desconocido. O igual es que, sencillamente, estoy tonta. :)

Bito dijo...

Explicar lo que somos sería perder nuestra esencia. Creo. Estoy de acuerdo con aquello que afirmaba Ortega y Gasset de que uno es uno y sus circunstancias (mejor dicho, por supuesto). Supongo que somos una maraña de consecuencias tanto genéticas como casuales que nos hacen ser y estar al mismo tiempo. Siendo siempre igual pero nunca lo mismo, o siempre lo mismo pero nunca igual.

También tiene cierto sentido, si lo piensas, o cierta ironía. El hombre que se pasa la vida buscando respuestas certeras y precisas a todo cuanto ocurre a su alrededor es absolutamente incapaz de darse un porqué a sí mismo. No me queda claro si es un acto de puro egocentrismo o estupidez.

Un saludo, Pow.

humo dijo...

No podemos explicarnos a nosotros mismos sin el otro, tienes razón.

El proceso es el auténtico misterio; todo lo demás no parece tan incomprensible.