Ésta es la tercera vez que relato mi historia con Jezabel. La primera vez se la conté a amigos de toda la vida. La segunda a amigos de hace sólo unos cuantos años. A Ex no se la conté nunca.
Jezabel trabajaba en mi oficina. Comenzamos enlazando conversaciones profesionales infectadas por guiños subyacentes. Avanzamos inseguros hacia palabras personales desprovistas de intimidad. Alcanzamos una situación de confianza mutua peligrosa en simples compañeros de trabajo.
Aquella noche fría salimos a cenar por razones empresariales. Yo estaba haciendo los preparativos de mi boda y ella se iba a vivir con su novio en unos meses. Bebimos más de lo razonable con premeditada intención. Nos separamos del grupo antes de que se gestase la madrugada con una excusa mal construida. Conforme nos acercábamos a mi hotel en el taxi el silencio evaporó unos cuantos grados de etílica obcecación. Para cuando entramos al vestíbulo ya estábamos convencidos de que no íbamos a hacer lo que se suponía que habíamos ido a hacer.
Seguíamos callados cuando entramos en la habitación. Le presté una camiseta y un pantalón cómodo y le dije que se podía cambiar en el baño. Me miró con alivio, como si la acabase de eximir de una obligada responsabilidad. Mientras tanto, yo me cambié en la habitación y coloqué una mesita en medio de las dos camas. Cuando salió del baño el temor y la tristeza avivaban sus ojos. Nos metimos cada uno en nuestra cama y nos deseamos buenas noches. Jezabel apenas durmió, yo estaba demasiado cansado y confundido como para no hacerlo.
A la mañana siguiente la llevé a su casa y conocí a su pareja. Él debió pensar que yo era un tipo raro porque no recuerdo haberme encontrado más violentado.
Ya no sé nada de ella y tampoco guardo el deseo de saberlo.
Al finalizar ambas narraciones recibí la misma pregunta.
¿Qué hubiese pasado si vuestro grado de borrachera hubiese sido mayor?
En cada ocasión respondí de una manera diferente.
"Nos hubiésemos arrepentido de aquello, dadlo por hecho", zanjé ante la mirada de asentimiento de los que me escuchaban.
"Nada. No hubiese pasado nada", zanjé ante la mirada de asentimiento de los que me escuchaban.
Sois libres para realizar una elección.
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10 comentarios:
¿y qué más da?
¿Y si...? es una pregunta engañosa, lo real es lo que hiciste.
¿Por qué titulas el post Infiel? ¿Te sentiste infiel? Qué complejo es el concepto de infidelidad y qué variadas sus interpretaciones.
Para mí es una infidelidad por el simple hecho de que no se lo conté a mi pareja.
La elección era tuya no nuestra. Y de las opciones "y si"... nunca se puede decidir, porque nunca se sabe, y en realidad tampoco importan...
Totalmente de acuerdo.
Era sólo un intento de emular aquellos libros de 'Elija su propia aventura'...
Intento dejar miguitas, pero a veces son sólo quedan migajas, está claro.
;-)
Dicen que es peor arrepentirse de lo que has NO has hecho, pero no parece que sea el caso.
Es muy sabio saber dar marcha atrás a tiempo aunque la situación te ponga las cosas a huevo.
Felicidades.
Mmmm... Yo no diría que es sabio, más bien es la ausencia de líbido, que aclara bastante la mente.
A ver cuándo aprendemos que las cosas en nuestra imaginación están sobredimensionadas y la mayor parte de las veces no hacen justicia a la realidad.
Aún así, sigo pensando que es sabio no caer en el sexo fácil.
Pues a mi se me ha ocurrido otra pregunta al finalizar tu relato. ¿Te casaste al final?. (Dices que preparabas tu boda...)
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