15 septiembre 2006
Avalon
Bajo del AVE con la chaqueta del traje deformada por la tirante bandolera del portátil, con una mueca que parece contagiada de esa distorsión. La falta de sueño y la preocupación laboral traducen mi figura en la de un gris espantajo.
Sin embargo, mientras camino por el andén una creciente sensación de casualidad posible comienza a inquietar mi ánimo. Y me dirijo al metro, alentado por mi odio a tomar un taxi, percibiendo expectante como el caminar se relaja y ceden los párpados.
Asisto a una reunión en la que disfrazo las catástrofes imprevistas con la desbordante complicidad del compromiso. Me siento a comer divertido, perdida mi conciencia en el deshilachado mantel de cuadros rojos. Corrijo desviaciones, organizo el caos y le gasto tantas bromas a mi jefe que al final se ve obligado a suplicarme que pare.
De vuelta al tren, olvidada ya la oportunidad, coloco el portátil sobre mi cabeza. Cuelgo de cualquier manera la chaqueta. Aflojo un par de centímetros el nudo de la corbata. Me desparramo en un asiento que en ocasiones resulta ser doble. Tiro el marcador a la basura después de abrir el libro. Y me sumerjo en cualquier imaginación que me permita evadirme de esa extraña vuelta-transición hacia la realidad.
Con el tiempo acabaré por cambiarle el nombre a esa ciudad.
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6 comentarios:
¿Y qué nombre le vas a poner? ;)
Creo que Avalon suena bien =0)
Nunca me gustaron las corbatas.
Nunca me gustaron los taxis.
Nunca me gustaron las reuniones de disfraces
Siempre me gustaron las vueltas a casa.
Hay veces que evadirse un poco de la realidad es la única forma de continuar en ella.
Un saludo.
pd:Avalon está bien como nombre para ciudad inventada.
Lo malo que Avalon era una isla, y se perdió... eso sí, la foto bien parece la entrada a la misma, eso sí ;)
Pow...
Un beso
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